María Rosa Martínez Deyà, la mujer asesinada por su expareja en Sóller, denunció el sábado ante la Policía Local que Jaume Mayol la insultaba y acosaba. El lunes, el día del crimen, la Guardia Civil la citó en el cuartel para ampliar la denuncia y ofrecerle protección, pero ella rechazó la ayuda pensando que podría conseguir una separación pacífica de su expareja. Dos horas después, Jaume la estrangulaba hasta la muerte.
El posadero de la finca de Can Prohom llevaba tiempo obsesionado con su exmujer, de 45 años. Sufría de celos patológicos, que degeneraron el sábado, cuando intentó quitarse con la vida con la ingesta masiva de pastillas. Sin embargo, no murió y fue hospitalizado en Son Llàtzer. Tras ser atendido en el área de psiquiatría, recibió el alta médica. Extremo este que ayer defendieron en fuentes sanitarias del hospital: «No podemos dejar ingresados a los cientos de pacientes que pasan por aquí cada mes, con algún desorden psicológico».
Ese mismo día, por la noche, María Rosa acudió al cuartel de la Policía Local de Sóller porque estaba muy agobiada. Contó que no sufría malos tratos físicos, pero que su exmarido la había insultado gravemente y la vigilaba. Los agentes le explicaron el protocolo a seguir en estos casos y la asistenta social se marchó a su casa, que compartía con sus dos hijas y una prima. Jaume Mayol obtuvo el alta hospitalaria y la Benemérita le retiró su escopeta de caza. Sin embargo, el posadero habló con un amigo y consiguió otra arma de fuego.
A la una y media del lunes, un suboficial de la Guardia Civil de Sóller citó a María Rosa y le explicó que podría denunciar formalmente a su ex, y que recibiría protección en forma de una orden de alejamiento de él hacia ella, entre otras medidas. La mujer todavía confiaba en enderezar la situación, sin medidas legales que pudieran afectar a la familia. Tras salir del cuartel, parece ser que Jaume la llamó al móvil y la citó en la finca. Allí discutieron y el hombre enloqueció: la maniató y la estranguló con una cuerda.