El alcalde de Palma, Mateo Isern, ha sido este jueves calurosamente ovacionado durante el acto de inauguración del rastrillo de la asociación Nuevo Futuro, que recauda fondos para ayudar a niños con familias desestructuradas.
Isern ha agradecido a las voluntarias su labor con un sentido «muchísimas gracias por vuestro cariño» en un día que para él, ha indicado, es «especial», mientras el público aplaudía y gritaba «Alcalde, alcalde», e incluso «El mejor alcalde».
El primer edil ha recorrido el mercadillo y saludado a gran parte del voluntariado acompañado del presidente del Govern, José Ramón Bauzá; la consellera de Familia y Servicios Sociales, Sandra Fernández; la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Salom, y la presidenta de Nuevo Futuro, Carmen Fuster, entre otros.
El rastrillo, situado en una carpa en la plaza de Santo Domingo, en el Paseo Marítimo, se alza gracias a la colaboración de voluntarias; «mujeres normales, amas de casa», según una de ellas, que recogen a lo largo del año los objetos que particulares les ofrecen.
Una vez al año, los venden y sus beneficios sirven para cubrir el 60 por ciento del mantenimiento de su centro de día para niños en alto riesgo, con el que ayudan a 33 menores, según Isabel Vázquez, de la Junta Directiva. El otro 40 por ciento, lo obtienen de una subvención municipal.
Esta es la décimo novena vez que la carpa blanca se erige en Palma para prestar ayuda a los niños que viven en familias con problemas.
En este sentido, el alcalde ha enaltecido su labor y ha reconocido que «cuando la administración no puede llegar, llega la sociedad civil».
Tenderetes de jardinería, ropa de segunda mano, productos típicos, tapas, pintura vanguardista, libros, objetos navideños, una tómbola e incluso un puesto de cajas restauradas de origen inglés pueden visitarse tras pagar un simbólico precio de dos euros a la entrada.
Este año, el centro Nuevo Futuro ha aumentado en diez plazas su disponibilidad y ha contratado a un nuevo educador, dadas las necesidades de la calle, que se suma a otros dos educadores y una pedagoga que día a día, luchan por ayudar a estos niños a seguir adelante.
El rastrillo cierra sus puertas el próximo 26 de octubre.