Vacío de contenido o ajustado y preciso; sin referencias a su padre o con las palabras que tocaban, ni una más ni una menos; generoso y empático o alejado de la vida real de los ciudadanos. La valoración del tradicional discurso del Rey es tan amplia y diversa como las personalidades mallorquinas a quienes se les pidió su opinión. Felipe VI no dejó indiferente a nadie, como ha sucedido en todas sus intervenciones recientes.
En opinión de Roman Piña, catedrático de Derecho, se trató de un discurso muy ajustado y meditado, siempre con sentido positivo. «El Rey sabe que no manda, pero sí que representa y como personaje representativo lanza una serie de mensajes a los ciudadanos», explicó. La mención a su padre, unida a las referencias a los criterios de ética y moralidad, demuestra que es un hombre «digno» con respecto a su padre. «Lo que no puede hacer un hijo es sacar las debilidades de su padre», señala.
«Dijo lo que tenía que decir en referencia a su padre; ni más ni menos. El que quiso entenderlo lo entendió», aseguró Miquel Deyà, profesor de Historia en la UIB, que además consideró que los hijos no heredan los delitos ni las faltas morales de sus padres. «También reivindicó el carácter renovador de su reinado», dijo. Consideró que se trató de un discurso para dar ánimos a los ciudadanos, pero echó de menos cierta crítica a la gestión de la pandemia «porque no todo se ha hecho bien».
Sin presiones de los socios
Para Rafael Perera, el Rey no se dejó llevar por las presiones de los socios de Gobierno de Sánchez, incluido Podemos, porque su postura quedó «suficientemente clara» al romper con su padre y renunciar a su herencia. También destacó que ha preferido afrontar el riesgo de que partidos que apoyan a Sánchez, como ERC, EH Bildu, PNV, «arremetan nuevamente contra la Corona, planteando la cuestión del modelo de estado». Destacó su «certera llamada a la unidad» y echó de menos una llamada de atención a todos los partidos políticos «para una mayor altura de miras».
Sebastià Serra, profesor de Historia en la UIB, vio a un Rey hierático y poco convincente. Lamentó que no abordara asuntos de enorme interés ciudadano, como la organización territorial del Estado, y consideró que podía haber anunciado algún cambio en la línea reformista que se atribuye. «Podía haber hablado de amnistía, de indultos o de reforma de algunas leyes sustanciales, pero no lo hizo, aunque tal vez es mejor, si se mantiene en línea con declaraciones anteriores», señaló. «La COVID le ha ido muy bien este año para el discurso», dijo.
El president del Consell Consultiu, Antonio Diéguez, opinó que el discurso había sido correcto, pero dejó con ganas a la «España real», de la que le vio muy alejado. También opinó que tenía que haber llegado más lejos en las referencias al Rey emérito con palabras «más tajantes». «Fue demasiado institucional y no ha empatizado. Se esperaba más».
Contentar al Gobierno
Para el catedrático de Derecho Constitucional Joan Oliver Araujo es esencial tener claro que todos los actos del Rey están refrendados por el Gobierno, incluidos los discursos. «Vi un Rey a la defensiva, más preocupado en no equivocarse y con cierta sensación de que lo único que le salva de una marea republicana es el PSOE», dijo. Con respecto a su padre, para Oliver dijo «lo mínimo que podía decir para contentar al Gobierno».
El presidente del GOB, Amadeu Corbera, afirmó que el discurso fue monótono, pasó por encima de la cuestión esencial de su padre y no dijo nada del desafío de los militares, cuando en su opinión tenía que haberse desmarcado de ellos y dar su apoyo al Gobierno. Tampoco le vio convincente cuando habló de la difícil situación de muchas familias «porque su experiencia le impide comprender cómo se sienten esas familias». También destacó la ausencia de referencias al problema ecológico del cambio climático.
Josep de Luis, presidente de la OCB, aseguró que fue un discurso «vacío, insulso, cínico y sin contenido» con unas referencias llenas de tópicos y de frases hechas. «Los borbones debería disolverse y pedir perdón», añadió. «Me da pena el pueblo español, que tiene en este Rey su razón de ser, y desde aquí les mando un abrazo solidario», afirmó.
El escritor Sebastià Alzamora dijo que fue un discurso fallido, «como todo su reinado» y añadió que mostró de forma elocuente «el declive de la institución monárquica». Criticó que Felipe VI solo hiciera alusiones implícitas al escándalo fiscal del emérito. «Es de un gran cinismo hablar de convivencia democrática cuando toda la vida política está judicializada e incluso hay presos políticos», concluyó.