La reducción de la movilidad por la crisis de la COVID–19 ha provocado una mejora general sin precedentes de la calidad del aire, pero aún así toda la población balear volvió a respirar aire insalubre en 2021, según el informe anual de Ecologistas en Acción. La entidad ha analizado los datos de 800 estaciones oficiales de medición en toda España, 43 de ellas situadas en Baleares, que indican que, como en 2020, la reducción de la movilidad por la crisis de la pandemia ha supuesto una mejora de la calidad del aire el año pasado.
La mejoría de la calidad del aire durante 2021 se debe a la restricción general de la movilidad y la contracción económica por la covid-19, y el cierre de los grupos 1 y 2 de la central térmica de carbón de Alcúdia que contribuyó a la disminución de las emisiones. El informe recoge una reducción notable de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2) y ozono troposférico, y más matizada de los de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), en sus mínimos de la última década, tomando como referencia los nuevos valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación de la Unión Europea.
De acuerdo con esos niveles, el aire contaminado afectó en 2021 a la totalidad de la población y el territorio balear, según Ecologistas en Acción. Si se toman los estándares de la normativa, más laxos que las recomendaciones de la OMS, no habría población que respiró aire contaminado por encima de los límites legales, pero la superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación alcanzó 1.400 kilómetros cuadrados en las zonas Serra de Tramuntana (Mallorca), Menorca-Maó-Es Castell e Ibiza, lo que supone el 29 % del territorio balear.
La estabilidad atmosférica primaveral activó los episodios de contaminación por partículas procedentes del norte de África; y el invierno, inestable y húmedo, favoreció la dispersión y deposición de los contaminantes típicos de esta estación (NO2 y partículas). El relativamente moderado calor estival contribuyó al descenso del ozono, pese a la intensa ola de calor de mediados de agosto. El ozono es el contaminante que presentó un año más una mayor extensión y afección a la población. Las partículas (PM10 y PM2,5) y el dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire siguieron afectando a la mayoría de la población balear.
Las estaciones de la ciudad y el puerto de Palma excedieron las nuevas recomendaciones de la OMS para el NO2. Según Ecologistas en Acción, la contaminación del aire «debería abordarse como un problema de primer orden», con hasta 30.000 muertes prematuras al año en España por afecciones derivadas de la contaminación del aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Según el Instituto de Salud Carlos III, 10.000 de ellas fallecen en episodios de alta contaminación. Critica que el Govern balear sigue incumpliendo su obligación de elaborar planes de lucha contra el ozono en todas las zonas de la Comunidad, salvo la ciudad de Eivissa y recalca que «la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio».
Aboga por promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión, designar un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Mediterráneo, y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas. También echa en falta la declaración de zonas de bajas emisiones en Baleares, obligatoria antes de 2023.