El número de días con riesgo extremo de incendios se ha duplicado en la cuenca del Mediterráneo en los últimos 40 años y podría aumentar en todo el mundo a niveles «nunca vistos» si no se limita por debajo de 2ºC el aumento de la temperatura global, según un estudio que analiza cómo las políticas de mitigación del fuego pueden contribuir a regular e incluso a reducir el impacto socioeconómico y ambiental. La investigación internacional, en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas concluye que el número de días con riesgo extremo de incendios forestales ha aumentado en todo el mundo a consecuencia del cambio climático. Para alcanzar estas conclusiones, los científicos revisaron 500 trabajos de investigación previos y analizaron datos nuevos de última generación con observaciones por satélite y modelos climáticos.
Así, el trabajo destaca que las acciones y las políticas humanas pueden desempeñar «un papel fundamental» a la hora de regular los impactos regionales. La investigadora del CSIC del Instituto Mixto de Biodiversidad de Mieres (un centro compartido entre el CSIC, la Universidad de Oviedo y el Gobierno del Principado de Asturias) Cristina Santín ha explicado que cada vez son más frecuentes paisajes más secos y calurosos que, a su vez, son más susceptibles de quemarse y hacerlo, además, con más severidad, lo que incrementa el riesgo de grandes incendios forestales, llamados también megaincendios o incendios de sexta generación. «El número de días con riesgo extremo de incendios ha aumentado en todo el mundo y se ha duplicado en la cuenca mediterránea en los últimos 40 años», afirma la investigadora.
En el estudio, los modelos climáticos utilizados apuntan que la frecuencia con la que se dan condiciones climáticas propicias para grandes incendios en la actualidad en algunas regiones, como, por ejemplo, la cuenca mediterránea y la Amazonía se desvía ya considerablemente de lo esperado sin calentamiento global, debido al aumento de temperatura de 1,1 °C inducido por el ser humano. Al mismo tiempo, la investigadora confirma que el incremento en el riesgo de incendios se ha producido «de forma más rápida que la prevista por los modelos». Sin embargo, los autores advierten de que este aumento de riesgo climático de incendios no siempre se está traduciendo en mayor superficie quemada, ya que los seres humanos han reducido la propagación de incendios en algunos paisajes naturalmente propensos a ellos. Este es el caso de las sabanas africanas o de Brasil, donde el aumento de la superficie destinada a la agricultura y el pastoreo ha reducido la vegetación natural y, por tanto, los incendios.
El desacople que observa el estudio estaría también relacionado en algunas regiones con políticas altamente eficaces de supresión de incendios, como en el caso de la cuenca mediterránea. Sin embargo, los autores estiman que esta es un «arma de doble filo» ya que puede dar lugar a acumulaciones muy grandes de vegetación y aumentar así el riesgo de incendios a medio-largo plazo. A pesar de que las condiciones climáticas que promueven los incendios forestales ya han aumentado en muchas regiones del mundo y continuarán haciéndolo, los factores humanos todavía median, y en algunos casos incluso revierten los efectos climáticos. Finalmente, Santín advierte de que eso no quiere decir que sea posible relajarse: «Si no actuamos ahora para reducir el calentamiento global por debajo de los 2°C, el riesgo de incendio aumentará en solo un par de décadas a niveles nunca vistos», concluye.