El 7 de junio de 1983 se escuchó por primera vez en el Parlament balear –reunido en sa Llonja y no en su sede actual– la palabra turismo. Y aquel día, que fue el de la investidura del primer presidente del Govern, Gabriel Cañellas, se suscitó también el primer debate sobre este asunto y sobre cuál debía ser el futuro y cómo encajarlo en la economía de la comunidad autónoma que acababa de nacer. Y desde entonces, hasta ahora. Gabriel Cañellas no empezó su intervención hablando de turismo. De hecho, lo dejó casi para el final. Tampoco el programa con el que se presentó Alianza Popular (así se llamaba el PP) a las elecciones le dedicaba mucho espacio. Lo recordó el socialista Félix Pons (fallecido en 2010) en una de sus réplicas al candidato a presidente.
«De turismo ha dicho muy poco, algo más que una página y un espacio que le dedicaban en el programa pero sin especificar nada: está muy claro que todos queremos acabar con la estacionalidad, pero cómo», preguntó Pons, según recoge el Diario de Sesiones. Y también se refirió Pons –que años después sería ministro y presidente del Congreso– a «la balearización» y se preguntó si no pensaban hacer autocrítica «los protagonistas de este proceso desordenado y caótico de la balearización, los beneficiarios más directos de este proceso» y que estaban representados en Alianza Popular.
Cañellas, en su primera referencia a la «política turística», había abogado por «una participación activa, directa y esencial de las entidades y organismos que, por su trayectoria y competencia probada, han mostrado y demostrado que en las Illes Balears es impensable una política turística de su concurso». Y añadió: «Competencia, promoción organizada, estacionalidad, control, calidad, simplificación administrativa y prudente política fiscal son pilares básicos» para una política que pasaría por «extremar el control de calidad de servicios, tanto hoteleros como extrahoteleros». E hizo un anuncio: la presentación de «un proyecto de ley reguladora de la oferta turística extrahotelera».
Monocultivo turístico
El diputado Tòfol Triay Humbert, elegido por la lista Independientes de Menorca (años después sería conseller) y que votaría la investidura de Cañellas, le reclamó más concreción y añadió algo que no queda muy lejano: «Vemos que el sector servicios tendrá cada vez más importancia pero nosotros queremos que ese turismo que podemos tener en el futuro sea un turismo de calidad y creador de riqueza». Otro diputado menorquín, Joan Francesc López Casasnovas (fallecido el pasado julio) intervino en aquel pleno. Habló en nombre del Partit Socialista de Menorca y le reprochó al candidato ‘popular' que «toda su filosofía está en función de los intereses privados» y que observaba «una contradicción clara cuando se habla de evitar el monocultivo turístico y, a la vez, la única propuesta auténticamente formulada es la de incentivar el sector turístico de una manera decidida».
El Diario de Sesiones recoge una palabras que se han repetido casi cuarenta años después: «Es evidente que el simple juego del mercado no pondrá remedio a este desequilibrio». Allí enlazó con otro asunto que flotó durante toda la sesión, el debate territorial, y dijo: «Ya hemos tenido suficiente y ahora sabemos que para el futuro posible Govern el suelo es la quintaesencia de la propiedad privada». A Cañellas no le gustó su intervención y le dijo que se había sentido «muy triste» con «ese mensaje sin esperanza». Jeroni Albertí (UM-PDL), que explicó las razones de su apoyo al Govern de Cañellas (algo que le reprochó con dureza Félix Pons), defendió que «si queremos tener el turismo como sector clave de nuestra economía» hay que defender los recursos como el agua. E insistió en la defensa y protección de espacios, como también Félix Pons y Sebastià Serra (Partit Socialista de Mallorca), que se mostró sorprendido de que no se hablara «de qué espacios tienen que estar protegidos» ni «de qué zonas están saturadas». Nadie, hace cuarenta años, aludió a la «masificación» pero otras referencias son propias de estos días. Hasta 1995 no se aprobó un plan global: el Plan de Ordenación de la Oferta Turística de Balears, el POOT. Antes se habían aprobado decretos.