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Los salarios que pagan las grandes hoteleras en el Caribe, a debate

El proyecto Translabtur presenta sus primeras conclusiones en un seminario internacional

Foto de familia de organizadores y algunos de los ponentes participantes en el seminario internacional

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Las cadenas hoteleras mallorquinas son grandes exportadoras de conocimiento turístico en los países donde operan, pero deben involucrarse más a la hora de incluir los derechos laborales en ese conocimiento y mejorar las condiciones de los trabajadores en zonas como el Caribe.

Es una de los principales conclusiones del seminario internacional celebrado ayer en la sede de CCOO para presentar los ejes del proyecto de investigación Translabtur, impulsado por la Universitat de les Illes Balears (UIB) con la colaboración de la asociación Alba Sud, la Fundació Ateneu de CCOO y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Dirigido por David Abril, profesor de sociología del empleo de la UIB, Translabtur pretende recoger todo el conocimiento turístico de la realidad balear y caribeña para ponerlo en común en un proyecto de investigación y cooperación que ayude a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector turístico en el Caribe y a recuperar la memoria histórica de sindicalismo balear.

La mayoría de ponentes y asistentes al seminario consultados por este diario no perciben una voluntad real de las cadenas hoteleras mallorquinas en homogeneizar las condiciones laborales de sus trabajadores, más allá de la legislación de los paises donde operan. Margalida Ramis (GOB), Ernest Cañada (Alba Sud) y Macià Blázquez (UIB), coincidieron en que «la internacionalización consiste en sacar el máximo beneficio con la menor inversión en paises con una legislación laboral y ambiental más laxa». Para Ramis «las cadenas practican un doble lenguaje: aquí asumen el relato de sostenibilidad mientras tienen denuncias en otros lugares por destrozos ambientales».

Lorenzo Bravo considera que los grandes hoteleros afrontan la cuestión social «desde el paternalismo y a través de fundaciones con un objetivo más fiscal que social. Los trabajadores no viven de la caridad, sino de su derecho a unas condiciones dignas». El histórico sindicalista, ex secretario general de UGT Balears, dice no querer sonar a «abuelo Cebolleta», pero echa en falta «una mayor movilización sindical». Celestí Alomar, ex conseller de Turismo, pone un ejemplo gráfico del desequilibrio entre fuerza de trabajo y precio del servicio: «en el Caribe ha habido épocas en que el precio de una noche de hotel equivalía al sueldo de un mes de un trabajador».

Según David Abril «administraciones y patronales hacen una declaración de intenciones con la sostenibilidad social, pero para que se convierta en hechos hace falta un contrapeso, que es lo que motiva este proyecto. El capital está transnacionalizado, pero no así los derechos laborales. Debemos reforzar este contrapeso social con los avances que se han conseguido en Baleares gracias a patronal y sindicatos e intentar que sean para todos».

El apunte

«Una lucha que debe unir a ecologistas y sindicalistas»

El geógrafo y profesor de la UIB, Macià Blázquez, que lleva décadas estudiando los circuitos económicos que conectan el capital con el turismo, reconoció que el término «decrecimiento» no gusta demasiado a los sindicatos, aunque coincidió con Margalida Ramis en que la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores es una causa que debería unir a ambientalistas y sindicalistas.

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