Francisco José Infantes Domínguez hacía el 25 de enero su ruta de Valldemossa a Esporles en el autobús escolar que transporta a los alumnos al instituto. La Guardia Civil le hizo un control de drogas a las ocho de la mañana. «Yo, supertranquilo porque no tomo nada». Sin embargo, la prueba dio positivo por cannabis. Un mes después, el laboratorio de Barcelona que se encarga del control de estos tests descartó cualquier tipo de consumo por su parte. Un falso positivo. Con el documento en la mano, Francis afirma: «Me señalaron a mí: este chófer está loco, está drogado. A la cárcel. Ahora vengo yo a aclarar mi inocencia».
Francis explica que, ante la extrañeza que le produjo el positivo, los guardias civiles que le hicieron la prueba ya le dijeron que estuviera tranquilo, que el resultado había que confirmarlo con una prueba de saliva posterior que es más exacta que el primer reactivo. «Me dijeron que podía ser algún medicamento que alteró a la máquina. Yo llevaba un mes mal de la barriga y estaba tomando medicina», dice. Añade que «estaba tranquilo desde el primer momento que estaba chupando el palo». «No mostré miedo. En todo 2024 había tomado en nochevieja dos copas de champán y un beefeter con limonada. A la una una y media, para casa».
Ante la comunicación del posible positivo, la empresa para la que llevaba nueve meses trabajando, tomó medidas de manera inmediata. «Me paran un poco y me dicen que me quede en casa cuatro días», cuenta Francis. Además de obligarle a coger ese permiso, la misma firma le remitió a un laboratorio para hacerse una analítica completa de sangre y orina. «Fui un jueves y el martes siguiente ya tenía los resultados. Dio negativo. Yo me quedé más tranquilo una vez que la empresa vio que no tomo drogas y me devuelven a mi puesto de trabajo». Sin embargo, la vuelta no fue al mismo sitio: «Cambié de ruta porque como fue una noticia muy grave, todo el pueblo sabía quién era yo. Mi jefe lo decidió para que la gente no esté asustada y empiecen a criticar y a señalar».
Sin embargo, una vez solucionada la situación profesional, le quedaban dos amenazas, la multa de 1.000 euros y la posible pérdida de seis puntos del carné de conducir, además de otras posibles consecuencias. «Era una nube negra que tenía encima». El pasado martes se vencía el plazo para el prontopago de la multa y fue a las oficinas de tráfico para pagar la sanción. «Por si acaso, prefería pagar los 500 euros que arriesgarme a que fueran 1.000», explica. Al llegar a la ventanilla, la funcionaria comprobó y habían llegado ya los resultados del análisis de la muestra de saliva. Todo negativo. «Me dijo que la denuncia había sido denegada y que estaba capacitado para conducir».
Admite que lo que le ha ocurrido es algo que le puede pasar a cualquiera. «Está el lado bueno y el lado malo y ahora se demuestra que yo estaba en el bueno. Es como en las películas de asesinos: parece que es este y luego se gira y es el amigo que parecía inocente al principio el que era el asesino», reflexiona. «Entiendo que se hagan controles. Yo se que por mi oficio no puedo tomar nada raro. Tengo que tener los cinco sentidos bien en todo momento porque tenemos una responsabilidad». Francis, que tiene 42 años, conduce en distintas empresas autobuses y camiones de gran volumen desde que tenía 25. Añade que, a las exigencias de atención que normalmente implica conducir un autobús con medio centenar de escolares, se suman la de la ruta de Valldemossa a Esporles, con varios tramos de carretera con muchas curvas. «Es una ruta un poco complicada».
El mes que ha pasado entre el positivo y la confirmación de que no había consumido ningún tipo de sustancia estupefaciente ha sido de inquietud para Francis y su familia. El chófer se acuerda en especial de su madre que lo ha pasado mal por lo ocurrido. Insiste en que era totalmente imposible que el positivo fuera real por sus hábitos: «de casa al trabajo y del trabajo a casa». También agradece el trato que le dieron los agentes que le hicieron la prueba: «Ha pasado lo que dijeron. Me comentó que estuviera tranquilo, que hay una segunda prueba de saliva que va a Barcelona y que me iba a llegar la denuncia denegada. Todo lo que ha dicho ha sido cierto, el acta ha llegado así y no he tenido que pagar».