El abogado Gabriel Le Senne Presedo (Palma, 1977) llegó a la presidencia del Parlament el 20 de junio del pasado año envuelto en una polémica: la derivada de sus comentarios periódicos en un digital, Mallorca Diario.com. Los publicaba desde mayo de 2019. El primero llevaba por título «La refundación de la derecha». Analizaba los resultados de las municipales de aquel año y escribía: «Se ha dado el milagro de que todo el centro derecha ha abrazado recientemente el liberalismo, con más o menos claridad y coherencia. Por ello, no debería ser difícil acordar un programa de mínimos en este sentido, más allá de siglas y personalismos».
Los comentarios de Le Senne pasaron sin pena ni gloria hasta que se confirmó que era el suyo el nombre pactado por PP y Vox –partido por el que ocupó un escaño después de que Jorge Campos renunciara al suyo y encabezara la lista a las generales de julio de 2023– para presidir el Parlament y fueron replicados a través de otros digitales y diarios impresos. Y fue entonces, el mismo día que tomaba posesión del cargo, cuando se difundieron de manera amplia. En ellos se ocupaba de los asuntos favoritos del ‘conspiracionismo' y la extrema derecha: el gran reemplazo, la conspiración de la élites, los discursos de género, la inconveniencia de las vacunas, el feminismo como ideología de género, el cambio climático, los colectivos LGTBI, las mujeres y, entre otros, la Agenda 2030.
Comentario controvertido
Un comentario en concreto fue el que más eco tuvo en las redes sociales. Iba sobre el pene y la beligerancia de las mujeres. Era una respuesta a un exedil de Podemos. Esos artículos marcaron el 20 de junio de 2023 su toma de posesión (además de los reproches políticos al PP por dejar por primera vez en la historia de la autonomía la Presidencia del Parlament a Vox) y, ese día, en una entrevista con este diario explicó por qué defendía esas teorías. «Soy liberal y libertario, no de extrema derecha», dijo.
En julio se formó el Govern pero no fue hasta después del inicio del curso político cuando Le Senne empezó a nombrar cargos de confianza. Nombró todos atendiendo a las indicaciones de la dirección nacional de Vox. Aquel primer verano, con la protocolaria audiencia con el Rey incluida (fue el primer cargo institucional autonómico de Vox en toda España en reunirse con el monarca) aludió a la cuestión lingüística. Fue después de que Francina Armengol –eso sucedió en agosto de 2023– alcanzara la Presidencia del Congreso. En otra entrevista con este diario, dijo dos cosas: una, que no le parecía necesario que el Congreso distinguiera ‘balear' y catalán a la hora de fijar el uso de todas las lenguas en la Cámara (la Comunidad Valenciana sí pidió incorporar el valenciano) pues «el catalán es la lengua oficial en el Estatut», aunque, añadió, esa no fuera la opinión política de Vox. La otra cosa que dijo fue que impulsaría el bilingüismo en las comunicaciones del Parlament. Para entonces, su grupo parlamentario empezaba su batalla para crear una Oficina Lingüística (a la que se podrían presentar denuncias) y adelantar la «libre elección de lengua en todos los ciclos educativos» en los colegios de las Islas.
La propuesta se presentó sin el acuerdo del PP, que había pactado que esa medida sería una realidad «al final» de legislatura. Le Senne incluyó la votación de una iniciativa de Vox en ese sentido, la elección de lengua, en el mismo pleno –el del 17 de octubre– que tenía que aprobar el techo de gasto de los primeros Presupuestos del Govern de Marga Prohens.
Ese día, Vox rechazó el techo de gasto. Las instrucciones de la dirección estatal eran apoyarlo. La mayoría del grupo se mantuvo. Al final, la dirección estatal aceptó el no pero advirtiendo que era la última vez que cedía. El grupo se sintió fuerte y acordó echar a Le Senne y Patricia de las Heras, que mostraron tibieza pero Madrid abortó la operación. En pocos días, ya este año, concretamente en esta última semana, las otras dos crisis: Le Senne anunció su rechazo a colocar la bandera LGTBI (el PP le dijo que el Parlament no es su cortijo) y el martes, en el debate para derogar la Llei de Memòria, arrancó por la fuerza la fotografía de Aurora Picornell que una diputada tenía en su ordenador.