Cruz Roja en Baleares ha presentado este lunes los aprendizajes y resultados de CRECE, proyecto piloto y de carácter experimental, que desde 2022 está dirigido a atender a personas con percepción de soledad no deseada, donde se ha detectado la necesidad de promover una mayor participación en su comunidad y entorno más próximo. En el marco del proyecto, la organización ha atendido en las Islas a 220 personas que experimentaban soledad no deseada, abordando su situación desde una perspectiva interseccional.
La iniciativa ha logrado una reducción significativa de la soledad no deseada en el 89,51% de los participantes. Esta mejora se ha distribuido en niveles de disminución moderada (47,47%), alta (31,84%) y muy alta (10,20%), con mayores avances en mujeres (44% en categorías alta o muy alta). La reducción más significativa se ha mostrado en personas entre 35 y 64 años (37%) y mayores de 65 años (47,5%). Las personas mayores y las mujeres destacaron como los grupos con mayor reducción en la vivencia de soledad, alcanzando un 50% y 40%, respectivamente, en los niveles más altos de mejora.
En los último tres años, este programa ha tenido el objetivo de transformar los modelos de apoyo y cuidado de larga duración para prevenir la institucionalización y potencia la desinstitucionalización de las personas que padecen este tipo de soledad en las localidades de Palma y Marratxí. Para ello, ha abordado varios retos: afrontarla desde un enfoque comunitario y estructural, mejorando la detección con herramientas predictivas y visualización de factores de riesgo; emplear tecnología social, como aplicaciones de asistentes de voz y plataformas digitales que conecten personas con recursos locales; y promover la corresponsabilidad social mediante narrativas transformadoras y formatos creativos que reduzcan el estigma asociado.
Los factores que confluyen a la hora de padecer soledad no deseada son muy variados y están relacionados con la edad, el género o la situación socioeconónima y de salud. En el caso de las Islas, 86 personas eran mayores de 65 años; 81 eran mujeres víctimas de violencia de género o con dificultad social; 35 eran jóvenes extutelados o vulnerables; 48 eran personas en situación de sinhogarismo y 40 tenían problemas de salud mental.