Marta Bedmar es psiquiatra en el IBSMIA, la unidad de salud mental infanto juvenil de Son Espases. Además impulsa unas jornadas para profesionales, que se celebran este miércoles en el hospital, en las que se abordan los problemas del sueño y el uso de las las pantallas en menores.
¿A qué se debe el enorme éxito de estas jornadas que cuentan con más de 300 profesionales inscritos y tienen lista de espera?
— El sueño en sí mismo ya es muy importante. Que los menores duerman poco y duerman mal es un problema de salud pública. El uso de pantallas tiene una gran repercusión en la salud física y en la salud mental. En estas terceras jornadas vamos a tratar, en primer lugar, la relación de las pantallas con el sueño, su relación con la psicopatología y la salud mental. Pero también, la relación de sueño y metabolismo, para lo que contamos con la intervención de Diego de Sotto que es endocrino pediátrico, con Mónica de la Peña neumóloga y coordinadora jefa de la unidad multidisciplinar del Sueño en Son Espases y con la psiquiatra del programa de atención de trastornos de conducta alimentaria Iratxe Aguirre.
¿Cómo afecta la falta de sueño en niños y adolescentes?
— En estas jornadas nos centramos en la infancia y adolescencia, pero podríamos hablar de las consecuencias que tiene a lo largo de toda la vida, porque cualquier trastorno del sueño que le reste calidad o cantidad tiene relación con el metabolismo, con la obesidad y con el sistema inmune. Tiene también repercusiones emocionales, de irritabilidad, impulsividad, problemas de concentración, problemas para regular las emociones y para las funciones ejecutivas que son las de control.
El uso de pantallas no ayuda a que los adolescentes tengan buenos hábitos de sueño.
— Los adolescentes tienden a usar el móvil por la noche y es un hábito que se retroalimenta. No duermen, no tienen sueño, usan las pantallas. Y si usan las pantallas, les alteran, tienen menos sueño y no duermen.
¿Cómo se puede hacer frente a este problema en la era digital?
— No solo es esto, también son las actividades extraescolares a altas horas, entrenos de fútbol que terminan a las 10 de la noche, la carga de estudios... Falta concienciación social de que el sueño es importante y que hay que acostarse antes. Tenemos la costumbre de cenar tarde y está muy bien que sea un momento en familia, porque igual a lo largo del día no hemos podido comer juntos, pero debería ser antes para intentar que, tanto los niños como los adultos, se vayan antes a dormir.
La jornada también incidirá en fomentar la lectura.
— El móvil es muy tentador, es muy rápido, es muy adictivo, es difícil potenciar la lectura si tienes un dispositivo tan sumamente adictivo y atractivo. El problema con las pantallas es lo que hacen, por un lado, y, por otro, lo que dejan de hacer. Dejan de estar con amigos en presencia real, dejan de estar en contacto consciente con el exterior, con la naturaleza, con la alimentación. Pierden todo eso que es muy beneficioso para la salud y para la salud mental. Una de las cosas que pierden es la lectura y por eso el programa también incluye una charla sobre la importancia que tiene fomentar el hábito de leer en nuestra salud mental.
¿Tenemos la batalla perdida contra el móvil?
— Creo que no, soy optimista. La legislación está cambiando y ya hay una corriente de padres muy concienciados. Quizás sean los menos ahora, pero es como pasó con el tabaco, si hace años te hubieran dicho que se iba a prohibir fumar en un bar no te lo hubieras creído. Espero que con esto también y que la gente que cree que es imposible cambiar vea que no lo es. Hay evidencia científica de la enorme repercusión que tiene el uso de las pantallas y ya se ve una clara diferencia entre los menores que tienen padres concienciados de los que todavía no se dan cuenta.
«Es difícil potenciar la lectura si tienes un dispositivo tan adictivo y atractivo»
¿Qué edad es recomendable para acceder a un móvil?
— Hasta los dos años, cero pantallas, eso está claro. Pero no es solo la edad, hay que educar en el uso de pantallas como se educa en alimentación y en otras serie de cosas. No hay que dar carta blanca en el uso del móvil en ningún momento. Hay que preguntarse por qué dejamos las pantallas y para qué, cuánto tiempo y con acceso a qué contenidos. Cuando lo usen, saber qué están viendo, educar y acompañarles. Pero no dejar que tengan barra libre con redes sociales, ni que sea una estrategia para quitar el aburrimiento, para que no molesten, para que no se muevan o para que tú tengas tu espacio para mirar el móvil. Creo que hay que estar concienciado, informando y ser capaz de educar en este ámbito.