Es el gran problema de Baleares, pero ningún partido, salvo el PI, se atreve siquiera a nombrarlo. En la izquierda es un tema que escuece por temor a alimentar un discurso político que fomente la xenofobia, mientras que para la derecha, incluso la más extrema, implicaría admitir la necesidad de un cambio radical del modelo económico basado en el monocultivo turístico. De ahí que solo se centren en calumniar la llegada de migrantes en patera.
La sobrepoblación en las Islas, incentivada por un sector desproporcionado que ofrece miles de empleos precarios, es una realidad que se ha convertido en el elefante en la habitación; una situación que ya es evidente y que nadie está dispuesto a afrontar. Las restricciones en el consumo de agua en muchos municipios y unos servicios públicos que en muchos aspectos están al límite, sumado a la masificación turística, son algunas de las señales que desde hace años evidencian este problema.
El hecho de que Baleares haya registrado 300.000 nuevos residentes en solo 20 años ha disparado el gasto sanitario y educativo y pone en jaque su sostenibilidad, como advierte la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). La normativa europea deja bien claro que es absolutamente imposible poner un techo máximo de residentes en un estado miembro de la Unión Europea, pero hay dos cosas que sí pueden hacer ya las instituciones municipales, insulares y autonómicas.
Decrecer turísticamente para reducir la atracción de nueva población y diversificar así la economía, lo cual haría que Baleares fuera más resiliente ante situaciones como la pandemia, que podrían revivir en los próximos años en formatos ahora inimaginables. Así como revisar las Directrius d’Ordenació Territorial y los planes municipales e insulares para reducir el potencial crecimiento urbano. Ahora se sigue el camino inverso, por lo que ya pueden intuir cómo irá la cosa.
El problema real, triste pero, a mi juicio, real, es que a la población mallorquina , en la corriente mayoritaria, le ha ido y le va bien así. Quizás empieza a reconocer que una civilización mediterránea antigua, un modo de vida pausado en comunión con la naturaleza, se va por el desagüe. Puede no dejar de lamentarlo. Bueno, ¿y qué?, Puede escucharse con frecuencia: ganamos mucho dinero con hoteles, apartamentos , toda la parafernalia turística. Esto es lo que, al parecer, importa. Y CON UNA AQUIESCENCIA MAYORITARIA.