Mari Cantos Álvarez, vecina de Palma de 61 años y natural de Castilblanco de los Arroyos (Sevilla), esperaba con ilusión tres décimos de Lotería de Navidad que le había enviado un amigo desde su pueblo. Sin embargo, tras semanas de espera y una cadena de confusiones, lo que llegó fue un sobre vacío y muchas preguntas sin responder. «El viernes estaba en casa con mi madre de 90 años y mi marido, y me llegó un mensaje diciendo que no me habían localizado», asegura Mari. Al día siguiente, el paquete fue depositado en un estanco de la calle Francisco Martín Mora.
Allí acudió Mari con el código de recogida que le habían facilitado, pero al recibir el sobre notó algo extraño. «La chica del estanco me dio el sobre, pero ya estaba abierto y vacío. Me dijo que no lo había abierto ella y que no se había caído nada», explica. Dentro debían ir tres décimos de Navidad, valorados en 90 euros —incluyendo gastos de envío—, pero no había ni rastro de ellos.
Alarmada, llamó de inmediato a la sede central de DHL en Madrid, donde le informaron de que solo el remitente podía presentar una reclamación. «Mi amigo ya la ha puesto, pero no recibe respuesta ni explicación», lamenta Mari, que ha intentado por todos los medios esclarecer lo ocurrido. Incluso preguntó en el estanco si había cámaras de seguridad y recibió una respuesta que la dejó aún más inquieta.
«El chico me dijo que tenían cámaras, pero que hacía falta una orden judicial para revisarlas. Aun así, el lunes hablé con el dueño y me confirmó que las había visto. Le pregunté si había visto algo raro y se quedó callado. Con ese silencio, me lo dijo todo», afirma.
Este hecho conlleva dos delitos. En primer lugar, el sobre violentado es una comunicación privada entre dos personas y las empresas y trabajadores tienen terminantemente prohibido abrir dicho contenido. Por otro lado, supone un robo por valor de 90 euros y el pertinente perjuicio que causa a destinatario y remitente.
Mientras tanto, Mari sigue sin sus décimos y sin que la empresa le dé una solución. Ha presentado una denuncia y solo espera que el responsable dé la cara. «Si el paquete llegó a mi ciudad y no me lo trajeron a casa, y luego aparece abierto y vacío, está claro lo que ha pasado. Todas las veces me mandan un aviso de que está en reparto, y esta vez no llegó nada. Me han robado la ilusión», concluye con impotencia.
... el típico caso del que, contrariamente a los demás, desea que esos números NO TOQUEN nada... para que se fastidie el ladrón...