«El ‘burnout’ se caracteriza por la sensación de desbordamiento ocasionado por las exigencias del trabajo, lo que puede llevar a una pérdida de motivación, una disminución de la productividad y, en casos más graves, a problemas de salud mental y física», explica la psicóloga general sanitaria, Alba Arjona. Este fenómeno ya lo padecen uno de cada cuatro médicos en España, según un estudio de la Escuela Nacional de Salud del Instituto de Salud Carlos III.
Detrás de estas cifras, hay profesionales sanitarios agotados por la presión, la sobrecarga asistencial y el estrés prolongado que deriva en un trastorno psicológico crónico que produce un estado de desgaste total. Y ante la dificultad para poner límites laborales, la experta responde que «el compromiso ético y humano hace que los sanitarios antepongan las necesidades del paciente a las suyas propias. Sienten que decir ‘no’ o limitar su disponibilidad es una forma de fallar o abandonar a quienes necesitan ayuda».
Igualmente, el problema se halla en la normalización de la sobrecarga y «quien se queja o pone límites puede ser visto como poco comprometido o egoísta. De este modo, se refuerza la idea de que el ‘buen profesional’ es el que aguanta sin protestar», añade la también directora del centro Sinapsis Psicología y Salud.
Asimismo, tras el estrés continuo, existe un miedo al juicio o a perder oportunidades laborales. «Les cuesta identificar sus propios límites hasta que están al borde del agotamiento e incluso si desean poner límites, el sistema no lo permite», dice. A su vez, «puede afectar a cualquier tipo de profesión que exija una alta carga emocional o una gran responsabilidad, como la educación o el sector social», comenta la psicóloga. No obstante, el personal sanitario es propenso a sufrirlo por la presión emocional por el manejo constante del dolor, enfermedades y muertes; la alta carga laboral debida a las jornadas extensas y la escasez de recursos, que es perjudicial para la plantilla, pues la falta de personal, medios o tiempo para atender adecuadamente a los usuarios exige mayor trabajo para los sanitarios que quedan, informa Arjona. Estos últimos días, ante el repunte de trabajo, por la temporada turística los sindicatos han expresado su malestar ante la falta de recursos y personal.
Repunte tras la pandemia
La especialista explica que los sanitarios «están sometidos a altas expectativas por parte de pacientes, familias o el sistema sanitario en sí. La falta de reconocimiento también interfiere, ya que muchas veces no reciben la valoración que merecen», señala la psicóloga. Así y todo, destaca que «este síndrome se ha vuelto aún más relevante desde la pandemia».
Todo ello, «conduce a sufrir conflictos interpersonales, tanto en el ámbito laboral como en el personal». Y en el peor de los casos «este estrés crónico puede conducir al abandono profesional, renuncias, cambios de profesión o jubilaciones anticipadas», informa.
Respecto a cómo esto repercute a pacientes, Arjona advierte que «afecta tanto en la calidad de la atención como en su bienestar emocional y físico». La falta de concentración puede provocar desatención o retrasos, lo que se traduce en olvidos, pérdida de citas o decisiones poco acertadas y el cansancio extremo también afecta a la comunicación.
Los pacientes pueden experimentar sentimientos de abandono o maltrato. Esto aumenta su estrés y ansiedad, y puede deteriorar la relación con el profesional sanitario, generando desconfianza en el sistema de salud. Esto puede llevar a que los pacientes abandonen el tratamiento o eviten futuras consultas. Y si no confía o no comprende lo que se le indica, es más probable que no siga adecuadamente el tratamiento. «Un mal abordaje inicial puede hacer que el problema persista o se agrave, determina», dice.
La manera de salir de este estrés «requiere de un enfoque integral que combine autocuidado, apoyo profesional y cambios en el entorno laboral», concluye.
UsuarioUsted debe ser de los que salían al balcón a aplaudir. Que pronto se olvidan las cosas...