El Teléfono de la Esperanza ha presentado este martes en Palma el libro 'La salud mental de niños y adolescentes' del doctor en psicología y profesor de secundaria Gustavo Rodríguez; quien ha estado acompañado de la presidenta de la entidad en Baleares, María Antonia Mateu; y su portavoz, Lino Salas. En la obra, se expone cuál es el contexto actual de la juventud española en relación a la salud mental, por qué se están dando ciertas situaciones y cómo se pueden afrontar las consecuencias de los problemas y trastornos mentales.
Los principales problemas de salud que tienen los menores son ansiedad y depresión. Según señala Rodríguez, esta segunda no era habitual en adolescentes hasta hace unos años. Además, están aumentado los casos de TDAH en niños y de TCAs en niñas. Problemas que conllevan consigo también autolesiones, pues se estima que uno de cada tres menores se autoinfligen dolor en España, una cifra extrapolable a las Islas. También han aumentado las ideas suicidas, pues de los ocho millones de menores de edad escolarizados en España; un 40 % manifiesta problemas mentales; y un 20 % tiene pensamientos suicidas.
Un 15 % están diagnosticados con depresión, según datos del Ministerio de Salud y un 5 % ha tenido al menos un intento de suicidio. El año pasado, 300 menores de 21 años se suicidaron en España, de los cuales 88 eran menores de 18 años, según datos del INE. «Detrás de estas cifras hay muchos niños y mucho sufrimiento», ha apuntado Rodríguez. y es que, se calcula que cada suicidio afecta mentalmente a seis personas del entorno familiar del suicida: «Es un alto nivel de sufrimiento en la población».
También, está disminuyendo la edad y el momento de aparición de estos problemas y trastornos. Pediatras y profesionales dicen que, antes de la pandemia, los test que se hacen para derivar de pediatría a psiquiatría se realizaban en menores de 13 y 14 años. Tras la pandemia, se empezaron a hacer entre niños de 11 y 12 años; y, desde hace poco, se hace también en menores de incluso siete y ocho años. «Son niños que se rascan muy fuerte en los brazos y las piernas, se autolesionan porque no saben expresar sus emociones», ha explicado el psicólogo.
En cuanto a por qué se están dando estas situaciones, «evidentemente hay muchas causas detrás, pero hemos detectado un elemento común que está influyendo en este deterioro tan rápido de la salud mental: cualquier tecnología con internet». Pues ya hay estudios neurológicos que demuestran que los algoritmos actuales activan «las mismas zonas del cerebro y en la misma medida que lo hace la cocaína». «Detrás de toda esta tecnología hay psicólogos contratados por las empresas que buscan captar más usuarios y que estos usen sus productos el máximo de tiempo posible; pasando de un uso a un abuso», ha señalado Rodríguez.
Ante este panorama, el Teléfono de la Esperanza habilitó hace poco un chat para los jóvenes donde pueden hablar con una red de voluntarios y profesionales sobre sus problemas personales y comunicar sus emociones. Un servicio de atención personalizada que «ha aumentado un 27 % en el último año» el volumen de personas que atiende y en el que se ofrece una escucha activa: «El 90 % de los adolescentes con los que hablo, cuando indago un poco, lo que te dicen es que no se sienten escuchados ni comprendidos».
Otro punto importante para frenar la curva de los problemas de salud en jóvenes indispensable es el apoyo de los educadores y los profesionales sanitarios: «En el colegio en el que estoy hacemos dinámicas de inteligencia emocional, unos talleres donde los niños aprenden a comunicar mejor sus emociones, facilitando que si tienen un problema ya sepan como expresarse de manera eficaz y rápida y utilizar el vocabulario adecuado». En cuanto a la rama sanitaria, Rodríguez ha explicado que ya hay médicos que están prescribiendo restricciones horarias para el uso de las pantallas.
Por último, también ha señalado la falta de una legislación que regule el acceso de los menores a ciertos contenidos en internet: «A inicios de 2024 el Gobierno de España anunció que iba a sacar una ley para junio de ese año de protección del menor en contextos digitales. Salió el borrador, llegó junio y no se aprobó. A día de hoy sigue sin haber salido esta ley, cuyas medidas son, en mi opinión, insuficiente pero suponen un paso».
Otro efecto del progreso libertino autodefinido.