«Nos turnábamos para nadar y empujar la barca cuando el motor se rompió». Ibrahim Ahmed, uno de los supervivientes de la patera que estuvo seis días a la deriva en aguas del sur de Mallorca, recordó este jueves en la Estación Marítima de Palma la travesía, en la que pensaba que iban a «morir en el mar».
Los 23 tripulantes de la patera que fue encontrada el miércoles cerca de la costa de la Isla avistaron tierra española. La alegría recorrió súbitamente los cuerpos de todos, que se pusieron a gritar y a celebrar. Dos minutos más tarde, la ilusión se convirtió en temor cuando el motor de la embarcación se detuvo. Estuvieron seis días a la deriva, sin comida ni bebida y bajo el incesante sol. Uno murió y otros tres saltaron al mar para intentar nadar hacia la lejana orilla que tímidamente divisaban en el horizonte. Siguen desaparecidos.
La normalidad de unos es el sueño de otros. Un sueño por el que muchos están dispuestos a arriesgar su vida. Siete mujeres y 16 hombres salieron del puerto argelino Bourmedès en una patera el pasado 13 de agosto con la esperanza de llegar a Europa en busca de una vida mejor. Sólo 19 alcanzaron tierra firme.
La mayoría de ellos son de origen Somalí. Han atravesado media África de distintas formas para llegar hasta Argelia. Ibrahim, somalí de 21 años, cruzó seis países del continente y alcanzó el puerto. Cogió un avión a Costa de Marfil y luego fue en coche por Guinea, Senegal, Gambia y Mauritania para, finalmente, llegar a Argelia, su destino.
Los supervivientes durmieron este jueves en un jardín frente a la Estación Marítima número tres, a la intemperie. Ibrahim narró cómo fue la travesía por mar hasta Mallorca: «Al segundo día vimos montañas españolas, pero el motor se rompió. El viaje tenía que durar dos días, por lo que a las horas la comida y bebida se acabó».
Desesperados, trataron de hacer lo posible por llegar a una costa que podían ver, pero no alcanzar: «Cuando se rompió el motor, nos fuimos turnando para nadar empujando la barca pero no funcionó así que decidimos esperar...». Ibrahim tiene heridas profundas en la parte trasera de su cuerpo, al igual que el resto de los tripulantes. «El problema es que la gasolina se mezclaba con el agua salada y cuando pegaba el sol nos quemaba las pieles. Un chico murió por eso, no teníamos medicinas y no pudo soportar las heridas», dijo apenado el joven.
El miedo se apoderó de muchos de los navegantes. Tras varios días sin agua y con el sol abrasador sobre sus cuerpos, la deshidratación y el pesimismo les hizo acudir a prácticas desesperadas. «Algunos probaron beber agua del mar. Yo lo hice en varias ocasiones». Finalmente los equipos de emergencia los localizaron el miércoles a tres millas de la costa de Portopetro. Ibrahim aseguró: «Si hubiesen tardado un día más en encontrarnos, estaríamos todos muertos». Los migrantes, que pasaron la noche en la Estación Marítima de Palma, serán enviados a la Península, donde buscarán nuevas oportunidades. «España es un país muy bueno, me gustaría aprovechar esta oportunidad para ayudar a mi familia, queremos trabajar y ser parte de la gente española», concluyó esperanzado.
Que los manden de vuelta a su casa con sus padres y todo arreglado.