El mar balear se calienta a un ritmo de 0.036 grados al año desde 1982 con anomalías térmicas que han sido de récord en 2022 y 2023. Es la etapa más cálida jamás registrada en el Mediterráneo occidental y no tiene visos de cambiar. El calentamiento no solo afecta a las especies que lo habitan o a la meteorología, también afecta al método utilizado para detectar las olas de calor marinas.
Una ola de calor marina es un evento extremo de la temperatura del agua que dura al menos cinco días consecutivos. Las temperaturas deben superar en estos días los umbrales históricos y normales de su región.
Un estudio realizado por las investigadoras Blanca Fernández Álvarez, Bàrbara Barceló-Llull y Ananda Pascual en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados ((IMEDEA-CSIC-UIB) revela ahora cómo la metodología que se usa para su detección puede alterar su identificación e interpretación.
Dependiendo del método utilizado los resultados varían notablemente de modo que solo el enfoque más tradicional muestra un aumento sostenido de la frecuencia de olas de calor marinas. En cambio, los métodos más adaptativos revelan que no necesariamente hay más eventos extremos, sino que el mar entero está más caliente. «El método que elijamos no es un detalle técnico: afecta a cómo interpretamos las consecuencias del cambio climático», explican las expertas del IMEDEA.
En una sociedad en la que el negacionismo climático gana peso, cobra fuerza la necesidad de afinar los sistemas científicos para tener una visión lo más real del conjunto. La investigación de Fernández, Barceló y Pascual compara tres enfoques distintos que pueden usarse para detectar estos eventos extremos.
De una parte está la climatología fija que resalta el calentamiento acumulado a lo largo de los años. Otra es la climatología móvil, que a diferencia de la primera, actualiza los valores de umbral cada año. Esto es especialmente útil para detectar anomalías extremas en un contexto de constante cambio. La tercera fórmula es la eliminación de la tendencia antes de aplicar el umbral. Esto permite centrarse sólo en desviaciones súbitas y no en el calentamiento global de fondo.
El mar balear se ha calentado a un ritmo de 0.036 grados por año y esta cifra es más alta que las estimaciones anteriores debido a la inclusión de los años 2022 y 2023 extraordinariamente cálidos.
La acumulación de calor en el mar no es solo un dato estadístico. Un mar con temperaturas elevadas aumenta la energía que alimenta a las tormentas severas, especialmente en esta época del año (finales del verano y principios del otoño). El riesgo de que se produzcan desastres por fenómenos meteorológicos adversos crece y las consecuencias del alza de las temperaturas también está dejando una huella ecológica devastadora.
Las praderas de posidonia oceánica, los corales o las poblaciones de peces, afrontan condiciones cada vez mas estresantes. En el Mar Menor (Murcia) las temperaturas medias han subido tres grados desde 1986 llegando a alcanzar alguna de sus playas máximos históricos de 27º C en el agua en pleno verano.
En la cuenca Mediterránea la temperatura del mar estuvieron por debajo de la media hasta finales de los años 90. Desde entonces experimentan un calentamiento acelerado. No basta con saber que el mar se calienta: Hay que saber cómo lo medimos, lo interpretamos y cómo nos adaptamos a nuestras estrategias de conservación. Esa es la conclusión de un trabajo que pone en el foco la necesidad de afinar los sistemas.
Log inLog in o como te llames. Y los pipis tambien ayudan al calentamiento del mar.