El trabajo ya no es lo primero ni para toda la vidal, la relación laboral entre los jóvenes de entre 18 y 28 años, la conocida como generación Z, ha cambiado respecto a la que mantienen sus predecesores. Ultima Hora ha entrevistado a una psicóloga y a los sindicatos UGT y CCOO (CAEB y Pimem no han considerado conveniente participar) para conocer las diferencias que existen entre las diferentes generaciones.
Lidia Nicolau, psicóloga especialista en Trabajo y Organizaciones, expone que sí hay una diferencial generacional a la hora de entender el trabajo. «Para las generaciones más mayores el trabajo era un elemento de seguridad en su vida, además de ser un factor importante de la identidad de la persona. Para los más jóvenes, el trabajo es un elemento importante, pero no define toda su vida; es una parte más de ésta y tiene que ser compatible con sus valores, su desarrollo y su bienestar». Además, apunta que la generación Z «no busca el empleo para toda la vida, aquel en el que pretendas jubilarte y que quieres preservar a toda costa, sino que busca un lugar y experiencia que aporte aprendizajes y acompañe al bienestar; si estas expectativas no se cumplen, la tendencia es marcharse».
Las cifras constantan estos argumentos, ya que el 41 % de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 28 años están dispuestos a dejar el trabajo, según el estudio Claves laborales-Generación Z, elaborado por la empresa de recursos humanos Randstad. «Podemos explicar la rotación de este colectivo desde la causa principal: las condiciones de entrada al mercado laboral. Para posiciones junior los salarios son más bajos y los contratos temporales, lo que confieren menor estabilidad al empleo, además de una menor posibilidad de crecimiento a corto plazo en estas posiciones. Esta menor estabilidad y la falta de perspectiva de progresión a corto plazo facilitan una menor vinculación y menor compromiso, por tanto, una mayor rotación».
Maria Àngels Aguiló, secretaria de Modelo Económico, Empleo y Transiciones de CCOO, señala que, «de forma generalizada, las personas más jóvenes tienen trabajos más precarios, con sueldos más bajos y peores condiciones. Los costes de la vida en nuestra tierra son desproporcionados en relación con los salarios y esto desalienta a las personas trabajadoras que ven que aquí no pueden tener un proyecto de vida digno. Además, las personas más jóvenes (generación Z y X) tienen más oportunidades de trabajo y así lo aprovechan».
A su modo de ver, «lo que afecta principalmente a la población más joven son las dificultades que existen de acceso a la vivienda o de aumento del precio de la cesta de la compra. Por otro lado, la creación de empleo en Baleares se hace principalmente en sectores poco cualificados, lo que implica que las condiciones laborales son más precarias. Así pues, el modelo económico que tenemos en las Islas, basado en la masificación turística, hace que los más jóvenes decidan cambiar de trabajo cuando encuentran otro con mejores condiciones o dejar el Archipiélago y, por tanto, sus trabajos en cuanto ven la posibilidad».
Pedro Homar, secretario general de UGT en Baleares, considera que «el hecho de que la Generación Z sea la que más suele dejar su empleo en un corto plazo, tiene que ver con su predisposición al cambio. Es una generación que ha vivido expuesta a la incertidumbre de la crisis de 2008, después la de la pandemia y, ahora, la crisis de la vivienda. No tienen una experiencia basada en las certezas, han sufrido cómo la vida puede dar un vuelco brutal de la noche a la mañana. Si pueden cambiar a un empleo a mejor, que les satisfaga más, mejor remunerado y que les deje más tiempo libre, no dudarán en hacerlo. Están acostumbrados a la inmediatez y a un fácil acceso al conocimiento del medio a través de las redes sociales. También, al consumo fragmentario que les ofrecen las redes».
El secretario general de UGT en Baleares sostiene que «ha cambiado el papel que las diferentes generaciones otorgan al trabajo, la importancia que se da al disfrute con lo que uno hace, tanto en el ámbito laboral como personal. También ha a variado el peso que tiene respecto a la familia, al tiempo libre, al cuidado personal y familiar...». Además, subraya que la generación Z «es la primera realmente nativa digital, buscan inmediatez y autonomía y poder disfrutar de la vida. No van a sacrificar tanto su vida por un empleo como lo hicieron las generaciones anteriores».
En este sentido, apunta que la generación de los baby boomers, que ya se han jubilado o lo van a hacer pronto, organizaban su vida en torno al trabajo, buscaban empleos para toda la vida; se tenía éxito si tenías un buen trabajo, bien remunerado, con independencia de las horas que le dedicaras. La Generación X mamó la cultura del trabajo de los baby boomers. Algunos de sus miembros se consideran la generación engañada porque creyeron que si se esforzaban, si estudiaban y trabajaban duro podrían crecer profesionalmente y progresar en el escalafón social. Posiblemente muchos no lograrán lo que consiguieron sus padres. Sin embargo, no están tan atados a una empresa o un tipo de empleo. Los millenials, junto con la Generación Z, consideran fundamental lograr un equilibrio entre la vida laboral y personal. No temen tampoco cambiar de empleo en busca de mejores oportunidades. Para ellos, el éxito ya no es vivir para trabajar y ganar mucho dinero. Prefieren trabajar para poder vivir, ya no tienen un compromiso férreo con el trabajo».
Pese a todo lo expuestos anteriormente, la psicóloga precisa que «el grado de compromiso no tiene por qué ser menor, aunque las nuevas generaciones toman la decisión de romper el vínculo con la empresa de una forma más rápida que en generaciones anteriores». Además, apunta que «para estas nuevas generaciones es importante sentir que la empresa también se compromete con ellos y que existe una equidad, como podría ser contar con unas condiciones justas, oportunidades para hacer carrera y desarrollarse o contar con políticas de flexibilidad. Si no se percibe esa equidad, se rompe el vínculo, a diferencia de anteriores generaciones que tenían la tendencia a aguantar más pese a no sentirse satisfechos en el trabajo».
¿Qué valoran más los jóvenes?
Respecto a lo que más valoran los jóvenes de la generación Z, Nicolau responde que «el sueldo sigue siendo el primer factor y más decisivo, pero no el único. También se valora mucho la flexibilidad, tanto horaria como geográfica, el balance de la vida personal y profesional, el ambiente de trabajo y los valores. Se busca el crecimiento profesional, pero sin renunciar al desarrollo y bienestar personal».
En cuanto a sexos, señala que, aunque muy sutiles, se pueden observar diferencias o matices entre sexos. «Para las mujeres tiene un mayor valor la conciliación y flexibilidad, ya que todavía somos las que cargamos en mayor medida con las cargas familiares y de cuidados; mientras que los hombres siguen priorizando más el aspecto salarial. Pese a ello, cada vez hay más coincidencia entre ambos en valorar el balance y equilibrio, y que el trabajo sea compatible con la vida personal».
¿Cómo afecta esto a la economía balear?
El secretario general de UGT en Baleares señala que «el mercado laboral balear es de los menos envejecidos de España porque recibe de media más personas migrantes que el resto del país». A su modo de ver, «las empresas se tendrán que adaptar también a cómo entienden el trabajo las nuevas generaciones en un contexto en el que hay trabajadores que están abandonando las Islas por el precio de la vivienda. Ofrecer buenos salarios y jornadas laborales más cortas y flexibles será fundamental para cubrir las necesidades de un mercado laboral que no encuentra profesionales en determinados sectores».
La representante de CCOO lamenta que «somos incapaces de retener el talento. Las personas trabajadoras más formadas emigran a zonas donde puedan sacar más rentabilidad a su trabajo, dejando a las empresas con menos mano de obra. Esto reduce la productividad de las empresas y los
salarios percibidos, además de suponer un obstáculo para la transformación económica que
tanto necesita nuestra comunidad autónoma».
Además, advierte que «esta situación también afecta a los trabajadores públicos que dejan plantillas mermadas desencadenando una sobrecarga de trabajo para el personal y un peor servicio público. En definitiva, creo que poner el foco en la edad de la persona trabajadora es un error. Deberíamos centrarnos en las necesidades de nuestros jóvenes, el desaliento que sienten cuando perciben que no van a poder acceder a una vivienda o empezar un proyecto vital, que sus perspectivas de progreso profesional no alcanzarán a corto o medio plazo el aumento de los precios de los productos de primera necesidad debido a un escaso reparto de la riqueza».
Jose Manuelsin cultura del esfuerzo