Ocho años sin salir a la calle: la historia del hombre que vivió con el cadáver de su madre en Palma

Hacía ocho años que Javier S. no salía del cuarto piso de la calle Vicari Antoni Marimon, en el barrio palmesano de Santa Catalina, donde convivía con su madre, Antonia G. El hombre, de 43 años, solo conocía a Antonio, el vecino del tercero A, ya fallecido.

A finales de agosto encontró a su madre muerta, tumbada en la cama, con el ventilador en marcha y la radio encendida. La octogenaria tenía problemas de tensión y tomaba medicación, según contó su hijo ayer ante la jueza de guardia. Hacía poco que había ido a urgencias porque tenía la tensión alta. Su hermana falleció hacía unas semanas y estaba muy apesadumbrada.

El hombre, que tiene diagnosticada una depresión leve desde hace varios años, decidió precintar la puerta de la habitación con cinta aislante pocos días después de la muerte de la mujer, de 80 años, por el fuerte olor que desprendía el cadáver.

Javier vivía de la pensión de su madre, se alimentaba a base de galletas Quely, arroz hervido y latas de garbanzos. Hacían grandes compras de comida juntos, pero desde el fallecimiento no tocó las cuentas de su madre, que era la que pagaba todo. Aún le quedaba algo de dinero en efectivo. El hombre tenía una hermana con esquizofrenia que se suicidó y su padre también murió.

El pasado 6 de octubre, sobre las 14.30, una vecina llamó al 061 para informar de que hacía más de un mes que no sabía nada de la mujer que vivía con su hijo en la vivienda de al lado. Una patrulla de la Policía Nacional se desplazó al domicilio y al comprobar que nadie abría la puerta avisó a los bomberos de Palma.

De repente, Javier abrió y explicó que su madre estaba muerta en el dormitorio. Los agentes y bomberos que accedieron a la casa encontraron manchas de sangre en el baño y el hombre aseguró que eran suyas. Cuando entraron en la habitación del piso hallaron a la octogenaria tumbada en la cama con el ventilador en funcionamiento y la radio todavía encendida.