«Mi casero me reclama el piso para su hija y no sé a donde ir: tengo 74 años y cobro 600 euros de pensión». Este es el duro testimonio de Luisa María, a la que le ha llegado una notificación indicándole que tiene que abandonar la vivienda en la que reside en Palma antes del próximo 31 de diciembre. En concreto, ha recibido un documento llamado justificación de la necesidad.
Luisa María, que sale de espaldas en la foto que ilustra esta noticia para que no la reconozcan, explica que quiere irse de la casa en la que reside pero no encuentra nada. «Aunque llevo viviendo en esta casa desde el año 2013, deseo irme de aquí porque el propietario ya no quiere que esté. El problema es que no encuentro nada», expone.
En este sentido, argumenta que percibe una pensión de 600 euros y su hija le ayuda a pagar el alquiler de 700 euros que tiene hasta ahora; así como los gastos derivados de la comida, la luz, el agua, etc. «Lamentablemente, no puedo pagar más de 700 euros, ya que me tiene que ayudar mi hija y ella no puede darme más dinero».
La situación de esta mujer, peruana y residente en Mallorca desde el año 2010 (tiene la nacionalidad española) es crítica. «Desde que me llegó la notificación no puedo dormir por las noches y se me está cayendo el pelo. El tiempo se me acaba y no sé dónde voy a ir», lamenta. En este punto, precisa que no puede marcharse a vivir con su hija, porque ya reside en la habitación que le ha prestado un conocido.
Luisa María denuncia la «falta de humanidad» y resalta que la entristece enormemente ver la cantidad de personas que hay durmiendo en la calle. «Nunca imaginé que pudiésemos llegar a esta situación», asevera. A su modo de ver, es muy triste ver como «se impone la avaricia del ser humano».
En este punto, comenta que no se cree que el propietario del piso que tiene alquilado lo necesite para su hija. «Tiene más propiedades y hace tiempo me dijo que en su inmobiliaria le habían indicado que podrían reclamar una renta mucho más elevada», señala.
Desde el día que recibió la notificación su vida ha dado un vuelco radical. «Ahora me paso el día buscando piso, pero es imposible encontrar nada; he empezado a tirar algunas cositas que he ido comprando durante estos años». Su caso está en manos de la justicia; ella tiene un abogado de oficio y no pierde la esperanza de poder encontrar una solución.
Casos como esta Sra habrá cada vez más.