La tarde del domingo 19 de octubre fue más ajetreada de lo previsto en el aeropuerto de Son Sant Joan. En la recta final de la temporada y en una jornada en la que los viajeros de fin de semana agitan la actividad en el aeródromo antes del bajón invernal, un suceso activó todos los mecanismos de alarma. Una sensación que se extendió a otros rincones de Mallorca, donde se observaban, mirando al cielo, imágenes que sembraban dudas e interrogantes.
En lugares como Capdepera, el Port de Pollença o Manacor, se podía contemplar en las alturas a aviones dando vueltas, ganando tiempo. Pocos podían imaginar lo que había sucedido. Las operaciones de aterrizaje y despegue se habían suspendido en Son Sant Joan a consecuencia de la presencia detectada de un dron sospechoso, un objeto volante no identificado que interfirió en el rango de seguridad que marca la normativa, entrando dentro del espacio restringido del aeródromo, lo que ponía en peligro a los aviones y sus pasajeros.
En ese momento, se pusieron en marcha los protocolos de actuación. Se informó a las fuerzas de seguridad y, de inmediato, efectivos de la Unidad de Drones de la Policía Nacional y varias patrullas se movilizaron para intentar dar con el piloto del dron. Sin fortuna, abriéndose una investigación por parte de la Brigada de Información, a la que se sumó la Guardia Civil, a través del equipo PEGASO, especializado en el tráfico aéreo.
De nuevo la seguridad de Son Sant Joan quedaba en entredicho, años después de un incidente similar acaecido en 2019, o uno más reciente, cuando uno de estos drones fue interceptado sobrevolando el Palacio de La Almudaina.
Este suceso provocó que el aeropuerto de Palma, uno de los de mayor tráfico del continente, viera paradas sus operaciones por espacio de 35 minutos, mientras las aeronaves que debían aterrizar, tal y como mostraban los radares, daban vueltas en círculo en áreas del Llevant, noreste y norte de Mallorca a la espera de instrucciones. Algunas tripulaciones optaron por dirigirse a pistas próximas, como las de Menorca e Ibiza, para posteriormente volar a Son Sant Joan. En el aire, quedan casos como el de un vuelo Sevilla-Palma que fue cancelado, según los pasajeros afectados, por «motivos de seguridad ajenos» a la aerolínea que lo operaba.
La presencia o el uso de drones en zonas no autorizadas y sin permiso por parte de la autoridad competente (Enaire, Aesa...) lleva consigo una serie de consecuencias a nivel administrativo, con sanciones que pueden ser de hasta 225.000 euros para personas sin titulación y de hasta 4'5 millones si se trata de profesionales o titulados en aeronáutica o pilotos. A ello, se podrían sumar acciones penales por parte de los afectados, a consecuencia de las incidencias provocadas por la detención del tráfico aéreo sobre el cielo de Mallorca a lo largo de una media hora que se hizo interminable para quienes esperaban aterrizar, pero también para los que intentaban dar con el propietario o piloto del misterioso dron.
Guiris que los traen como juguetes y los utilizan por donde les da la gana