Mateo Valero (Alfamén, Zaragoza, 1952) será hoy investido doctor honoris causa por la UIB. Valero es es fundador y director del Barcelona Supercomputing Center, (BSC) que cumple 20 años de su inauguración, y catedrático de Arquitectura de Computadores en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Acumula numerosísimos premios internacionales y el de la UIB es su doctorado honoris causa número 14. Ayer ofreció una charla en Palma, invitado por el Cercle d’Economia.
¿Qué es exactamente un centro de supercomputación?
—Un centro de supercomputación hace ciencia con supercomputadores como herramienta básica. El Mare Nostrum es el nombre que recibe nuestro supercomputador y ya vamos por el quinto.
¿Y qué funciones realiza como herramienta básica para la ciencia?
—Si tú crees que puedes expresar con matemáticas o física un fenómeno que necesita muchos datos y muchas operaciones, el supercomputador es la herramienta que vas a utilizar. Lo que hacen los investigadores con los supercomputadores es lo que se denomina gemelo digital, una representación virtual de algo que quieres ver por primera vez, un material que la naturaleza no ha creado. Un ejemplo es el plegado de proteína que ha ganado el Premio Nobel de Química de este año. Un caso típico es la predicción del tiempo, con la creación de modelos físicos. Otros ejemplos son los escenarios de cambio climático, los nuevos materiales, las energías verdes o la medicina personalizada. En definitiva, es un instrumento de prueba y error.
«Por rapidez y eficiencia, hay que cambiar nuestro supercomputador cada 5 o 6 años»
¿Quién acude al supercomputador?
—Los propietarios de nuestro supercomputador son el Gobierno de España, la Generalitat de Catalunya y la UPC. El acceso es para los investigadores, siempre gratis. No se da servicio a las empresas, a no ser que presenten un proyecto de investigación que haya sido evaluado.
Pero llegará un momento en que el supercomputador quedará obsoleto.
—Hay que cambiarlo cada cinco o seis años porque aparecen otros más rápidos y eficientes.
¿Al BSC acuden investigadores de Baleares?
—Sí, claro, sobre todo de la UIB.
¿Está asesorando a Baleares en la instalación de su supercomputador?
—Llevo años animando a que lo instalen. Sergi Girona, director de la Red Española de Supercomputación, asesora a Baleares para que se incorpore como nodo de la red.
¿Qué supone el honoris causa de la UIB cuando ya tiene 13?
—Siempre es un orgullo recibir el máximo reconocimiento de una universidad. He colaborado con la UIB y supongo que reconocen mi labor investigadora y el liderazgo en la supercomputación europea, pero el reconocimiento es para todo el equipo del BSC, donde trabajan 1.400 personas, más lo que han pasado por allí.
Sembrará un olivo en la UIB. ¿Por qué?
—Es un árbol representativo del Mediterráneo. Y nuestro supercomputador se llama Mare Nostrum.
Instalar un superordenador podría representar otro intento más de diversificación de la economía. Lo apoyo.