La política balear ignora la demanda social de reverdecer los patios escolares

El CEIP Tramuntana, ubicado en el antiguo solar de La Femu, en Palma, es el último gran colegio público inaugurado en Baleares. Su apertura era vital para atender una demanda incesante de nuevos alumnos, pero su extenso patio, básicamente una gran explanada de hormigón, ignora la demanda social por reverdecer estos espacios. Es algo que sí se escucha en ciudades europeas como Cophenague, París o Barcelona, pero también en Bilbao, Málaga o Sevilla. No es el caso de las Islas.

«Tenemos una normativa muy anticuada que obliga a habilitar pistas deportivas encementadas de grandes dimensiones. Y en los centros educativos más urbanos suelen ocuparlo todo», lamenta la arquitecta y directora del estudio Arquitectives, Cristina Llorente, que este miércoles en Palma ha impartido una conferencia sobre cómo convertir las escuelas en refugios climáticos, y que forma parte de un ciclo de charlas de la Acadèmia pel Clima.

«Lo que se pide desde la comunidad educativa es que se flexibilice esta norma y que parte del espacio para practicar deporte tenga superficies permeables, se gane sombra de árboles y se incluyan elementos de agua que refresquen el ambiente», explica Llorente, y añade que todo esto, además de beneficiar a los alumnos, se puede abrir fuera del horario escolar como un parque público durante ciertas horas del día. «Sería algo especialmente útil en las barriadas más pobladas, como Pere Garau», apunta.

Falta de valentía

Que Baleares esté tan atrasada en este aspecto, con solo algunos centros que aplican ciertas ideas, se debe a la falta de voluntad política. «La mayoría de técnicos apuestan por esto, pero la Administración prefiere ahorrar y se cura en salud porque lo más fácil es tener una superficie hormigonada para evitar problemas», dice Llorente, destacando que naturalizar ayuda a tener patios más inclusivos: los niños usan más las pistas que las niñas, algo que deja de ocurrir si los espacios se aprovechan mejor.