Tonina Morro se convirtió en 2013 en la primera niña robada de Baleares que consiguió localizar a su familia biológica. Unas 300 familias comparten el mismo objetivo en las Islas al amparo de la asociación Orígenes. Solo tres han logrado conocer a sus familiares perdidos hasta la fecha.
Su caso es una excepción en un drama que afecta a 300 familias en Baleares. ¿Cómo supo que era una niña robada?
—Cuando hice la primera comunión a los ocho años, iba al colegio La Pureza de Inca y tenía una monja muy querida que me cuidaba desde los dos añitos. Siempre estaba pendiente de que comiera y un día entré llorando. Venía del patio desconsolada y me llevaron con ella. Le conté que unas niñas me habían dicho que era hija de una prostituta. De dónde salió eso no lo sé, pero es lo que les dijeron a mis padres cuando me adoptaron. También les dijeron que mi madre había dado a otros hijos en adopción y no fue verdad.
¿Sabía entonces que era adoptada?
—No. La monja llamó a mi padre y le dijo que hablaran conmigo y me contaran que era adoptada. Les dijo: «Está desconsolada». Recuerdo que vinieron a la escuela, de hecho pensé que había hecho alguna trastada, y en la sala del piano entre todos me contaron la historia. No me esperaba que me contaran la historia que me contaron.
¿Qué le dijeron exactamente?
—Que ellos hacía tiempo que estaban pendientes de una adopción y era el último cartucho que les quedaba porque se hacían mayores. Mi madre adoptiva me dijo: «Escucha, nos dijeron esto, pero no sabemos si es verdad o no y si fuera verdad, cuando seas mayor tienen que averiguar quién es esta señora, buscarla y ampararla porque este tipo de mujeres suelen acabar mal». Yo no lo entendía, pero salí contenta de la reunión. Me dijeron cómo contestar si me volvían a insultar.
A partir de ese momento supo que era adoptada, ¿cuándo tuvo la certeza de que era robada?
—El tiempo pasó y yo fui una niña feliz. Siempre digo que ese día en el colegio me tocó la lotería. Mis padres adoptivos eran muy buena gente, amorosos, siempre estuvieron allí y pude hablar con ellos de cualquier tema. Me dijeron que tenían los papeles de la adopción en una carpeta en un cajón y que eran míos, que podía verlos cuando quisiera. Abrí por primera vez la carpeta con 8 años y con 15 o 16 un día cogí a mi madre y le dije: «¿Te sentirás mal si quiero conocer a mi madre biológica?». Me dijo que no, que si le hubiera sabido mal no me habrían contado que era adoptada. Me dijo que hablara con mi padre que me ayudaría en todo.
¿Y lo hizo?
—Sí. Leyendo con mi padre la documentación vimos que yo tenía un nombre distinto al mío en esos papeles. Mi padre me dijo que en aquellos tiempos una niña nacida no podía salir a la calle sin estar bautizada y que me bautizaron las monjitas con ese otro nombre. Ellos fueron a recogerme e hicieron una fiesta grande en Moscari y otra en Inca. En aquél tiempo un niño adoptado era algo muy raro. Yo era blanquita y con el pelo claro… parecía extranjera.
¿Cómo consiguió dar con su origen?
—El cura que hubiera podido ayudar a mi padre ya había fallecido y por todo nos cerraban las puertas. Fueron al obispado y solo le pudieron decir dónde me bautizaron porque por algún sitio ponía que era a los pies de la Virgen de los Desamparados y pensábamos que era en Valencia. Resultó que era en Palma. Ahora sabemos que me pusieron el nombre de la monja que me sostuvo en brazos en el bautizo, pero no sus apellidos, me pusieron unos inventados. En los papeles me llamaba Maria del Carmen Ramis Cifre. Conocí a aquella monja. Estuvo supercontenta de volver a verme, pero no me explicó nada. Ella era novicia en el momento del bautizo y no encontramos a nadie que se llamara Ramis Cifre.
Es como buscar una aguja en un pajar...
—Sí. Con la asociación Orígenes fuimos al parque de Krecovik, porque allí había informes y con los datos del bautizo podía saber más o menos el día que nací. Yo celebro el cumpleaños el día que me bautizaron, el 28 de agosto. Pensé que seguramente me bautizaron el día que nací o al siguiente. Encontré un papel en ese archivo que decía cuál era el nombre de mi madre verdadera. Estaba la fecha de nacimiento y el motivo de fallecimiento. Ponía que había fallecido por un ataque de epilepsia, cuando la realidad es que había fallecido por una hemorragia en el parto. Ese documento decía que habíamos muerto las dos en el parto y que tenía otra hija. Empezamos a ver cosas raras. A mis tías biológicas, a las que he tenido supercerca toda mi vida sin saberlo, una en Inca y otra en Pollença, les dijeron que no consiguieron parar la hemorragia y que las dos habíamos muerto. Me contaron que me estuvieron buscando por el cementerio y por todo y que no me encontraron.
¿Sospecharon lo que había ocurrido?
—Sí, porque en el momento de nacer una tía mía estaba allí y me vio pasar viva en brazos de una monja. Se movieron mucho, pero no consiguieron encontrarme. Desde que sé lo que ocurrió y dónde está mi madre biológica, cada 1 de noviembre no le falta en el cementerio de Palma su vela y sus flores.
Usted ha tenido más suerte que otros niños robados ¿Cómo consiguió saber finalmente la verdad?
—En la asociación Orígenes teníamos un abogado y me decía que nada en los documentos concordaba. Era como estar montando un puzle y en medio faltaba una pieza. ¿Qué pasó conmigo? La conclusión es que me quitaron de en medio, dijeron que fallecí. A mis padres adoptivos les llamaron antes del parto diciéndoles que estaba a punto de nacer un bebé y que no sabían si sería niño o niña. Mi padre hizo una novena en Moscari para que fuera una niña.
Y lo fue.
—Sí. Te das cuenta de que había un mangoneo de monjas y también de algún cura, porque el que me bautizó debía saberlo. Tuve más suerte que los demás niños robados. Nací en el hospital de la Sang. Mi madre vivía en la plaza de abajo. Muchos de los afectados nacieron allí. Paloma Alcahuz, presidenta de Orígenes por ejemplo ha tenido muy mala suerte y sigue buscando a su hermana gemela. He hablado muchas veces con ella y me decía: «Tonina es que un pintor no pinta dos iguales». Vio a su hermana en televisión.
Solo tres personas han encontrado a los suyos. ¿Qué resultó determinante en su caso?
—Primero encontré el nombre y la tumba de mi madre y un papel que decía que tenía otra hija. A raíz de esto la directora de la Llar de la Infància me dijo que se pondría en contacto con mi hermana por si me quería conocer. Nos conocimos y me dio una foto de mi madre biológica. Cuando la vi no me lo podía creer, es clavada a mi hija.
¿Qué fue de su padre biológico?
—Mi hermana me puso en contacto con él. Mi madre estaba casada con el padre de mi hermana pero él le daba mala vida y en los sesenta dejó al marido y se fue a vivir con mi abuela. Si se hubiera ido a vivir sola el marido la habría podido denunciar en aquellos tiempos. Entonces no se hablaba del maltrato. Mira lo que tuvo que hacer mi madre para salir de un matrimonio en el que la amante se paseaba por delante de ella en su propia casa. Tuvo que renunciar a su hija mayor que fue criada con una historia que nada tiene que ver con la mía.
¿Cómo fue el momento en el que conoció a su padre biológico?
—A mi padre lo conocí a través de mi hermana biológica que tenía contacto con él y le decía que la niña no había muerto. Tres o cuatro años después de separarse, mi madre conoció a mi padre biológico. Trabajaba en el Hotel Alhambra. Tuvieron una relación y me tuvieron a mí. Le tenían puesto el ojo encima. A mi padre le mandaron a trabajar a Ibiza cuando se acercó el momento del parto. Él no quería ir y si no fuera por mi abuela ni se habría enterado de que había nacido. Vino corriendo para Mallorca y ya no me vio. Le dijeron que había muerto y me buscó y buscó sin encontrarme.
¿Cree que la robaron porque su madre era una separada que iba a tener un hijo con un hombre que no era su marido? No cumplía el estándar de mujer de la Falange...
—Sí. Mi padre me explicó que uno de sus jefes le decía que ese niño no podía nacer. Mi madre estaba separada y mi padre era viudo. Le dieron a entender que cuando naciera no iba a estar y no se enteraría de que nací. Pero aunque le obligaron a ir a Ibiza se enteró por mi abuela.
¿Cuando usted le localizó había tirado la toalla? ¿En todos estos años llegó a creer que estaba muerta?
—No. Mi padre se esperaba que estuviera viva, pero no sabía por dónde buscar y fue unas cuantas veces al cementerio y le decían que no estaba allí y que si hubiera fallecido yo estaría enterrada con mi madre. Nos encontramos en Palma hace ahora unos diez años. Llegué con Paloma Alcahuz y Miguel Morro de la asociación Orígenes. Él llegó en un taxi y cuando salió la directora del Llar de la Infància a ayudarle a bajar del coche me dijo: «Esta chica es mi hija. Nos podemos hacer la prueba de ADN, pero tú eres mi hija. Me dio dos besos y se me pusieron los pelos como escarpias».
Imagino que el ADN hizo el resto
—Sí. Nos hicimos las pruebas de ADN y dieron un 99,9 % de coincidencia. Las registramos ante notario y me reconoció formalmente como hija. No hemos mantenido mucha relación. Hace poco supe por una amiga que ha fallecido. Sí que mantengo relación con mis tías biológicas y con una prima, con la que además iba al colegio de niña sin saberlo y eramos uña y carne.
Una de las reivindicaciones de las víctimas es la creación de un banco nacional de ADN que pueda ayudar a localizar a sus familias. ¿Ustedes tuvieron que sufragarlas?
—No es un problema de dinero, es que muchos niños robados acabaron en otros territorios y por eso es importante que haya un banco de ADN a nivel nacional con el que comparar las muestras. Preocupa que muchos niños de aquí acabaron en la Península y algunos de allí aquí. La mayoría de niños robados están desamparados. Las administraciones tendrían que levantar la veda y dar toda la información que un hijo adoptado quiere tener, aunque los haya que no quieran conocer su pasado por miedo a lo que puedan encontrar. Normalmente a la hora de darnos en adopción buscaban a padres que tuvieran dinero, sin ideas políticas y de religión católica. Yo tuve la suerte que no han tenido otros. Mis padres adoptivos nunca me escondieron la información que les habían dado y me entregaron los papeles.
El Parlament balear ha admitido a trámite una propuesta de Vox para derogar la Ley de Memòria Democrática que les reconoció como víctimas y que obligaba a las administraciones a reparar el daño y ayudarles en su búsqueda. El PP ya ha anunciado que votará a favor. ¿Qué opina?
—Que el derecho de las víctimas a encontrar a los suyos y saber la verdad tiene que estar por encima de las ideologías políticas. Es necesario garantizar el acceso a la documentación. Gobierne quien gobierne, sea el partido que sea, igual que si buscas a tu abuelo que han metido en una cuneta y no sabes dónde llorarlo, tenemos que poder saber qué fue de nuestros padres. Es como si nos hubieran robado la vida.
Otras víctimas explican que les exigen denuncia para acceder a esa documentación, y que a menudo estas denuncias se acaban archivando.
—Sí. En mi caso habría podido denunciar al cura, pero no lo hice, en primer lugar porque soy cristiana y sé que no todos los sacerdotes son iguales y en segundo lugar porque me dieron la facilidad de conocer a mi madrina y aquella monja fue tan amable… Sin contarme nada porque tenían una especie de secreto de confesión estuvo miy contenta de conocerme. Me dijo: «tú llevas mi nombre…» Ahora sé que pasaron bastantes años hasta que tuve legalmente mi nombre actual, Tonina Morro Solivellas.
Algunos niños robados han llegado a encontrar su tíquet de compra. ¿Sus padres pagaron por usted?
—No sé qué decir, porque había mucho mamoneo. Ellos tuvieron que comprar, pero no te dicen «vale 20 euros» como si el niño fuera un juguete. Mi padre con su sobre fue a dar lo que tenía que dar. Él ya ha fallecido y yo no he ido a buscar.
¿Son los niños robados víctimas olvidadas de la Memoria Histórica?
—Sí. Hemos quedado en un segundo plano. Se hacen los olvidadizos pero esto está aquí. Es una tontería no ayudarles a encontrar sus orígenes porque están sufriendo. Cuando encuentras a tu familia biológica, es un alivio, no es verdad que sane la herida, pero encuentras una especie de medicina. Saber la verdad te da algo de consuelo. Aunque es verdad que a mi no me ha consolado ver que mi madre biológica no era una prostituta como me decían... Hace más daño saber que a una señora le han quitado a su hija por estar separada y su marido viudo. Gracias a dios mi vida con mi familia adoptiva ha sido muy buena, pero eso no ha sido así en todos los casos. Hay quien adoptaba para que el día de mañana les pudieran servir, adoptaban para tener un criado. En cambio mis padres tenían mucho amor que dar.
... la iglesia, siempre la iglesia... la iglesia, siempre la iglesia... lo podemos decir más fuerte, pero no más claro... abusos a menores y todos de rositas... robo de bebés con mercadeo incluido, y todos de rositas... siempre la iglesia, y que se tape porque es la iglesia? qué tiene la iglesia que a todos achanta? a mí no me impresionan, pero que lo hagan a las fuerzas del orden y al gobierno no es de recibo...