Hace un año, un ictus hemorrágico puso en riesgo la vida de Alun Clifton Wall, un hombre conocido por su energía, creatividad y generosidad. Tras una larga hospitalización, pasando por tres centros distintos (Son Espases, Son Llàtzer y Sant Joan de Déu) y un duro proceso de recuperación, ahora se enfrenta a un nuevo desafío: acceder a una rehabilitación neurológica intensiva, indispensable para recuperar su movilidad y calidad de vida. Ahora, su familia ha puesto en marcha un crowdfunding en la plataforma Gofundme para poder acceder a este tratamiento.
«Recuerdo el día como si fuera ayer», explica Joanna, su hija. «Mi hermano me llamó para decirme que a mi padre le había dado un ictus. Me derrumbé. Corrí al hospital sin saber si llegaría a tiempo». A partir de ese momento, la vida de la familia cambió por completo. Durante las primeras semanas, la incertidumbre y el miedo se apoderaron de la situación. «Tenía una sensación de impotencia enorme puesto que no podía hacer absolutamente nada para ayudar a mi padre». Los médicos llegaron incluso a plantear a la familia la posibilidad de interrumpir los cuidados. «Sólo podía pensar una cosa: Se muere. Además, la forma en la cual se me comunicó fue inolvidable. Casi toda mi familia estaba ya en el hospital y yo aún no había podido llegar. Los sanitarios habían hablado con ellos, pero todavía no me habían informado de la gravedad del estado de mi padre. Decidieron hacer una videollamada para que pudiéramos decidir si terminar con su vida o no. En ese momento, pensé que no volvería a hablar con él nunca más», afirma.
Tras nueve meses de hospitalización, una traqueotomía y una sonda gástrica, su recuperación ha sido lenta pero constante. «Hoy puede comunicarse verbalmente y comer por sí mismo, algo que parecía imposible al principio», señala su hija. Aun así, las secuelas son importantes: déficit de atención, pérdida de memoria a corto plazo, reducción del campo visual y hemiparesia en el lado derecho del cuerpo, lo que le impide mantenerse en pie o caminar sin ayuda. «Si partimos del hecho que en un principio, los médicos nos dijeron que se iba a quedar en un estado totalmente vegetativo, podríamos decir que ya estamos lejos de ahí». Por otra parte, una de las cosas más duras que ha experimentado la familia durante este tiempo, han sido los episodios de delirio que ha padecido Alun. «Le confundían y provocaban un retroceso cada vez que sucedían. Si ves a mi padre ahora, no tiene nada que ver con la persona que estaba en aquella cama de hospital: Ha mejorado su estado de ánimo y ha recuperado su sentido del humor».
En casa, su día a día requiere una asistencia continua. Su mujer se encarga de su cuidado, ya que es la persona que está con él las 24 horas del día. «Somos tres hermanos pero ninguno vive con mis padres. Él siempre ha sido muy independiente y lo que más le cuesta aceptar es tener que depender de alguien para todo. Es una persona alta, mide cerca de 1,84 metros de altura, por lo que ha de ser movilizado por una grúa para poderle asear correctamente y realizar los cambios posturales, tanto de la cama a la silla de ruedas y luego a la butaca y viceversa», comenta Joanna. «Mi madre ha establecido una rutina diaria y la cumple en todo momento. Le despierta, le da la medicación y le da el desayuno. Después, lo coloca en el inodoro, lo ducha y viste y, por último, lo sienta en la silla de ruedas o la butaca, según el tiempo que haga. Más tarde, ella lo pasea y al regresar, prepara la comida para los dos. Se echan una siesta y por la tarde, meriendan, ven una serie o se van a pasear. Luego, ya toca cena, medicación, cepillado de dientes y a dormir. Tenemos que hacer reuniones familiares más breves para evitar que se abrume y agote, pero por lo menos podemos disfrutar de su compañía», relata su hija.
Los médicos insisten en que la rehabilitación intensiva es clave para su progreso. Sin embargo, este tipo de tratamiento especializado, que combina fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional, neuropsicología y neurofisioterapia «sólo está disponible en centros privados. La sanidad pública ofrece algunas sesiones, pero son insuficientes para lograr avances reales». Por ello, la familia ha puesto en marcha una campaña con el objetivo de recaudar 15.000 euros, que cubrirían ocho semanas de terapia intensiva, los traslados al centro de rehabilitación de Palma y el tratamiento de mantenimiento posterior. «Por muy poco que alguien pueda aportar, para nosotros puede significar un paso enorme, sobre todo para nuestro padre», subraya.
«Un ictus te cambia la vida para siempre», reflexiona Joanna. «No sólo para quien lo sufre, sino para toda la familia. Se aprende a valorar cada instante, a darle importancia a lo esencial. No tiene por qué ser el final de una vida, sino el comienzo de otra forma de vivir». Cualquiera que desee contribuir a esta iniciativa solidaria puede hacerlo a través de este enlace.
Una familia maravillosa . Alun es un guerrero, siempre de buen humor a pesar de sus limitaciones y dispuesto a luchar con una sonrisa. La sanidad pública debería apostar por la recuperación de estos pacientes y no abandonarlos ya que tienen los mismos derechos de seguir adelante con sus vidas que cualquier otro enfermo. Un abrazo familia! SÍ SE PUEDE!