Hay victorias que importan mucho más que cruzar el primero la línea de meta. Gana el que, por ejemplo, se levanta un domingo a las 7 de la mañana para zamparse un entrenamiento cuando impera un tiempo de perros, el que sin ser el más rápido, es el que más tiempo corre ignorando ese punzante dolor con el que el cuerpo te recuerda que sería mucho más fácil haberse quedado en la cama, o el que prefiere no abandonar a un amigo que tiene problemas y que amenaza con dejarlo en mitad de la carrera sacrificando un puñado de minutos en el crono final porque, sencillamente, reconforta más hacer lo correcto aunque no siempre sea la decisión adecuada.
Ni Formentera es pequeña, ni es plana, ni es fácil de correr. A esta reflexión llego después de recorrer junto a 74 personas más los 71 kilómetros que aproximadamente conforman su perímetro. Una carrera, la Trail Formentera All Round, a la que acudieron cuatro corredores menorquines, Raúl Riudavets, que acabó quinto tras una caída que le provocó un esguince de tobillo cuando disputaba la victoria al ganador, Tolo Fiol, Dani Coll, que fue 14º en un ejercicio de entrega encomiable, el que arriba firma, 55º, y Alfonso Piqué, que llegó el 74º en la primera etapa de su loable recorrido entre las islas.
Fue un fin de semana en el que la amenaza del mal tiempo fue una realidad constante. Viento, olas y lluvia intentaron estropear una cita para la que muchos se habían preparado a conciencia aunque quizás no lo suficiente. Formentera sorprendió a los visitantes con un trazado inexistente y exigente dibujado por la organización con banderolas que requerían de la máxima concentración para no acabar perdido en mitad de ninguna parte. La superficie variaba desde tramos muy técnicos, muchas rocas y raíces que propiciaron más de un esguince, hasta playas kilométricas de arena pesada y algas que eran de todo menos agradables. De hecho, la dureza de la carrera residió más en la concentración que exigía que no los 71 kilómetros que, entre avituallamiento y avituallamiento, quedaron en un segundo plano.
Pasar poco menos de 11 horas corriendo, como fue mi caso, dan para mucho. A ratos te sientes invencible, a ratos insignificante, por tramos estás convencido de que no has entrenado lo suficiente o que vas demasiado rápido. Te entran ganas de arrojar la toalla, tumbarte en el suelo y esperar a que vengan a por ti, te duelen partes del cuerpo cuya existencia desconocías o empiezas a ver alucinaciones.
En realidad hubo 74 ganadores. Desde el primero, Tolo Fiol, que paró el crono en 6:46:07, al último, Piqué, que lo hizo en 14:11:42, y que en su reto solidario tiene previsto hoy empezar a correr por Mallorca tras completar el recorrido por Eivissa. Ganó también Raúl Riudavets (5º, 7:27:49) al que de ahora en adelante temerán a nivel autonómico los competidores porque saben que hay un corredor en Menorca que está muy fuerte y en condiciones de luchar por el triunfo en cualquier prueba de larga distancia. Igualmente triunfó Dani Coll (14º, 8:03:13), que salió a un ritmo muy fuerte y que tuvo opciones de acabar entre los diez primeros fruto de un intenso entrenamiento y una preparación minuciosa que va a más y que, sin duda, dará que hablar.
¿Y Yo? Bien, gracias. Acabé una carrera que hace un año jamás me habría imaginado. A los 20 kilómetros, en la Playa de Migjorn, me entraron unas punzadas en el estómago que me hicieron temer lo peor. Entonces me encontré con el ibicenco Juanjo Marí, un tío legal al que a los pocos minutos ya consideré como un amigo. Su reto era acabar tras tener que renunciar en otras dos pruebas de larga distancia. Me animó a seguir y trotamos juntos. Me recuperé al poco mientras hablábamos de fútbol, de política, de crisis y nos contábamos la vida.
A 15 kilómetros de meta a él le entraron calambres, mareos y el fantasma del abandono regresó a su mente. "O acabamos los dos o no acaba ninguno y yo no he venido hasta aquí para nada porque tengo que escribir un reportaje para 'Es Diari'". Se lo dejé claro y bastó.
No fue fácil ni agradable el resto de camino que nos quedó. Las piernas pesaban y el tramo final era una playa larga y solitaria en Es Trucadors. Afortunadamente una especie de pastelitos de un color rosa radiactivo nos dieron fuerzas para afrontar el último suspiro de una jornada demasiado larga en la que también nos acompañó Roger Salvadó, un catalán que 'xino xano' disfrutó más que nadie de la carrera.
Ningún menorquín fue el más rápido pero no cabe duda de que cada uno tuvo su particular triunfo. Y hay victorias que llenan mucho más que levantar un trofeo o entrar el primero en meta.