Repitió derrota el Menorca anoche ante el Bilbao (63-71), la sexta consecutiva, aunque probablemente, fuera ésta la más dolorosa de toda la temporada por la manifiesta inferioridad de la que hizo gala.
Fue, por tanto, una amarga celebración del partido 150 en la ACB y del centenario del entrenador valenciano en la Liga dada la imagen preocupante que ofreció esta vez el equipo menorquinista, alejado del espíritu insurrecto y combativo que suele presidir todas sus actuaciones más allá de las derrotas.
El Bilbao, con un plantel indiscutiblemente superior, como lo son la gran mayoría de rivales, puso un pie y parte del otro en la Copa con un triunfo cómodo que fundamentó en su abusivo dominio del rebote durante todo el encuentro.
El nuevo hachazo negativo, más por la forma que por el fondo, incrementa la trascendencia del partido de este próximo domingo en Manresa, aunque pueda servir como consuelo mínimo, las derrotas ayer de Granada y Alicante.
Olmos introdujo inesperados relevos en el cinco inicial para modificar, de alguna manera, la estrategia de Katsikaris. Huertas y Caio tuvieron sitio de salida en detrimento de Limonad y Radenovic, para emparejarse con Warren y Sonseca al tiempo que Donaldson bailaba con la figura rival, Banic. Un 0-5 marcó el inicio del juego sin que el Menorca alterara su guión.
Los bilbainos hacían suyo el rebote pero el Menorca halló en Victor y en los triples convertidos (4), los argumentos que tanto echa de menos. La efectividad en ataque trajo el empate a 9 y el equipo local arropado por su gente tomó la delantera. Radenovic dio descanso a Donaldson y el Menorca cobró su máxima renta (18-11). Katsikaris paró el partido y cambió toda su línea exterior, además de Hervelle por Banic.
El partido alcanzó su primer parón con un estimulante 23-17. El Bilbao dominaba el rebote pero el acierto en la media distancia había dado alas a los mahoneses, que sin embargo no tuvieron continuidad en la reanudación del juego. Los errores bajo la canasta permitieron la recuperación del Bilbao, con los triples de Blums, Vasileiadis y Warren.
A medida que dejaron de entrar los tiros menorquinistas, la imponente superioridad en los tableros se hizo aún más ostensible para los vascos tanto en una zona como otra. Un parcial de 0-9 les puso por delante tras igualar a 30 (30-35). Olmos había pedido tiempo, dispuesto a sus hombres en zona y puesto en cancha, al mismo tiempo, a Servera, Ciorciari y Limonad. Cuanto menos, el Menorca consiguió llegar al descanso sólo 4 abajo (34-38) pese a sumar 17 rebotes menos que su rival (7 a 24).
Pero ahí se acabó la disputa, porque al regreso de vestuarios, la determinación del Bilbao superó a la mentalidad inconsistente del Menorca. Fuertes atrás con su indudable poderío físico, Warren manejó el partido con el ritmo más apropiado, y Mumbrú, Banic y Mavroiedis encontraron demasiadas facilidades en la defensa menorquinista, blanda y apabullada por el poderío reboteador de los bilbainos. Así el equipo de Katsikaris, muy intenso, puso tierra de por medio en apenas cinco minutos. Un parcial de 2-12 colocó un 36-50 demoledor en el luminoso.
Olmos tuvo que parar el partido, pero ya era demasiado tarde. El recurso fue sentar a un Donaldson superado por sus rivales, al igual que Caio Torres, en lugar de Otegi que al menos aportó su garra característica. Antes del final del cuarto, Servera dio descanso a Ciorciari pero el partido ya estaba visto para sentencia (45-59). El Bilbao, que había llegado a tener una ventaja de 18 puntos (41-59) triplicaba entonces los rebotes del Menorca (36 a 12), que solo había podido capturar un rechace ofensivo en 30 minutos.
Mejoró levemente la actitud el equipo de Paco Olmos ante la resignación de la grada, pero al Bilbao le bastó con temporizar y administrar su renta sin complicarse la vida para llevarse un triunfo indiscutible que incrementa el grado de preocupación en la entidad menorquinista.