Fin de trayecto para el Menorca Bàsquet, ayer, en su vista y no vista segunda etapa en la ACB. El epílogo sucedió ante un rival inaccesible, el Real Madrid, que se paseó por Bintaufa (76-91) aún jugando sin varios de sus elementos más destacados –Velikovic, Suárez o Tomic y Reyes–, en el momento en el que el grupo de Paco Olmos escenificó su rendición.
La formidable actuación de 'uno de los nuestros', Sergio Llull, y la reclamada aparición final del otro menorquín en la plantilla ACB local, Joan Faner, endulzaron una despedida que fue correcta aunque fría, entre otras cosas, porque no había excesivos motivos para la celebración. Tal vez sí para la resignación.
El Madrid apareció en el partido dispuesto a saldar el último trámite de la fase regular con el mínimo esfuerzo en función del colista que tenía delante. Molin no forzó a Velikovic ni Suárez, y a las primeras de cambio retiró de la pista a Reyes, con una contusión, y a Tomic. De esta indolencia sacó partido el Menorca, con un plus de intensidad que le permitió dominar el ritmo a partir de un Limonad brillante en penetraciones y anotación (7-2, a 7'27 del final del acto).
Era el ídolo local, Sergio Llull, el único del Madrid conectado al partido y sus puntos, dos triples incluidos, frenaron el avance menorquinista. Molin llamó a capítulo a sus hombres y endureció la zona con el ingreso de Reyes por un Mirotic excesivamente blando. Fue mano de santo porque tras la máxima diferencia (22-9), el Madrid creció con un parcial de 2-11 que reagrupó el partido al primer parón (24-20).
Con la discusión equilibrada, Olmos introdujo las rotaciones, todas al mismo tiempo prácticamente, y el Madrid pasó a gobernar el partido. Sergio Rodríguez mejoró las prestaciones de Prigioni, y con Tomic y Reyes por dentro, la superioridad ante Urko y Caio le permitió forzar la igualada a 6'32 del descanso (28-28) y ponerse por delante en el ecuador del cuarto (30-32). Contribuyó a ello una discutible falta de Urko y una siguiente antideportiva a Ciorciari.
El Madrid, sin hacer nada extraordinario, ya había tomado los mandos del choque y, desde el perímetro, se iba a los vestuarios con 8 puntos de renta (35-43).
No sucedió, entonces, como otras veces cuando el Menorca aún tenía algo tangible por lo que pelear. El Madrid, en cambio, quiso y pudo desestimar cualquier aprieto de su oponente y liquidó el partido con prontitud. No sólo obtuvo su propósito sino que lo hizo brindando el espectáculo de un grande del basket europeo.
Con Sergio Llull, profeta en su tierra aunque fuera a costa del equipo en el que dio sus primeros pasos, el coloso blanco dominó a placer el juego. Los menorquinistas, con el 'cinco' inicial en pista, bajaron los brazos por momentos atrás, y el Madrid, con una rapidez de movimientos endiablada encontró espacios cómodos para anotar desde los 6,75 metros.
Llull fue el estilete por fuera con 3 triples casi consecutivos, y por dentro Fisher, imparable, y Mirotic se dieron un festín. La diferencia llegó a los 17 puntos (53-70), y Olmos puso a Limonad en el '1'.
Los 16 puntos de renta al final del tramo sólo daban para seguir apreciando el baloncesto del Madrid. Los últimos 10 minutos del Menorca en la ACB dieron para que Fisher se gustara en la zona, sin excesiva réplica, y sobretodo, para que la afición reclamara y consiguiera ver en acción al único menorquín de la plantilla, Joan Faner.
El de Ciutadella apareció en el último minuto y anotó un dos más uno jaleado por la grada que acabó despidiendo a sus jugadores, sin demasiadas ganas de permanecer en la pista, con un sentido aplauso.