Decepcionante en el aspecto deportivo, óptimo en el plano social. La afirmación se ajusta con precisión al contraste que arroja el arranque del Bàsquet Menorca en Liga EBA. Marcado por las ausencias de jugadores fundamentales, el equipo que dirige Oriol Pagès, en las dos jornadas disputadas, incluida la segunda ante el Sant Adrià, que enmarcó el primer partido oficial un lustro después de su precedente anterior en el evocador Pavelló Menorca, no ha podido sumar ninguna victoria.
Una apertura de competición que, más allá de los condicionantes en forma de bajas (en los dos duelos, Dani García por lesión, Jan Orfila por sanción y Pitu Jiménez por motivos personales), no alcanza a cubrir las expectativas de un proyecto en principio diseñado para pelear el ascenso a LEB Plata, y a la que sin embargo se opone la exuberante respuesta social de que disfrutó en su estreno en casa, concentrando a cerca de un millar de espectadores en el recinto de Bintaufa.