El Pavelló Menorca rememoró anoche escenas de un pasado no tan lejano y la grada, habitada por seiscientas almas que multiplicaron por mil su capacidad pulmonar, proyectó al Bàsquet Menorca hacia un triunfo, el segundo de la temporada, que requirió de un tiempo extra forzado por un triple «hitchcockniano» de Pitu Jiménez, otro acierto de valor tres de Dani García en plena prórroga que parecía definitivo (76-72), un carrusel alterno de tiros libres fallados y un último intento desde el lateral del perímetro del visitante Lluís Torres que pudo cambiar el desenlace de los 45 minutos (77-75).
Enfrente, un Arenys que demostró que el talento no entiende de edades y que el filial de la Penya cuenta con un trío de la factoría verdinegra, Molins-Parra-Busquets, internacionales en sus etapas formativas, con capacidad para poner en jaque al más curtido de los equipos desde su desinhibición y seguridad para tirar de recursos técnicos y tácticos hasta lograr su objetivo.