Partidazo casi huérfano de goles el que se vivió ayer en Bintaufa. Sporting Mahonés y Lleida brindaron un gran espectáculo en el torturado césped del municipal que se quedó con un marcador corto para lo que se vio. Los locales tuvieron fases de juego muy buenas y otras, en menor medida, no tanto. El Lleida estuvo a la altura e inquietó la meta de Eloy, pero el partido debía ganarlo el Sporting, porque fue mejor, porque tuvo más tiempo el balón y porque tuvo más ocasiones. Cuando el público lamentaba el empate apareció Corbella para desatar el delirio en las gradas, en el banquillo y en el terreno de juego.
La fina lluvia que cayó sobre Maó a lo largo del mediodía de ayer condicionó un césped que se volvió imprevisible e irregular con el paso de los minutos. El tanteo inicial cayó del lado del Sporting Mahonés que tomó la iniciativa en los primeros instantes, con llegadas carentes de mordiente pero que dejaban claro que los tres puntos eran obligatorios.
A los 16 minutos un balón suelto en el área grande lo punteó Berto Vaquero fuera. Los blanquiazules atacaban por las bandas buscando la velocidad de Ignasi mientras Eloy, que volvía a la portería, contemplaba el partido como un espectador más en el primer cuarto de hora.
A partir de ahí se desperezó el Lleida. Asier se volvió el protagonista en todos los aspectos. Primero le pegó un codazo a Jeroni que le costó una amarilla, luego remató un córner que despejó de puños felinamente Eloy y luego intentó una vaselina desde unos 30 metros que se fue por alto por poco. A partir de ahí los catalanes subieron un peldaño en ritmo y presencia. Ballesteros envió un chut al larguero y luego falló un uno contra uno escorado por la derecha ante Eloy.
Los locales tuvieron la réplica en un testarazo de Arkatiz que despejó bien Ibáñez y un remate de Goñi, que repartió juego con mucho criterio en los primeros 45 minutos, que salió alto. Ignasi, el más activo de los 22 jugadores sobre el campo se inventó una jugada por la izquierda, con centro, despejado por la defensa y cuyo rechace acabó en las botas de Del Moral, que disparó y obligó a la zaga a despejar a córner.
El menudo extremo mahonés todavía generó un último susto al Lleida antes del descanso en un pase de la muerte que marró Del Moral cuando intentaba conectar el disparo al primer toque.
La mejor noticia para los visitantes, la peor para los locales, fue que el colegiado, Bernal Moreno, señalara el camino de los vestuarios en pleno vendaval blanquiazul.
El segundo acto prolongó lo visto en el primero. El Sporting salió a morder donde no lo había hecho en el primer tramo. Achuchó la meta de Ibáñez con la diferencia de que en defensa estaba más impreciso. Ante el problema a la hora de sacar el balón controlado, Elcacho movió ficha en la banqueta dando entrada a Ton Alcover por Goñi. El catalán, con un mayor criterio creativo, reclamó una y otra vez el balón, aunque no tuvo su mejor día.
La lluvia y el bajón general
Regresó la lluvia y pareció sentarle fatal a los dos equipos que bajaron el ritmo, el juego, las ocasiones y todo lo que puede hacer atractivo a un partido de fútbol. El césped tampoco echaba ningún cable ya que el paso de los minutos estropeó el tapiz. Berto rompió la monotonía con un misil que detuvo Ibáñez en dos tiempos.El siguiente zarpazo llegó en el minuto 82 cuando Arkaitz conectó un taconazo en un córner que se paseó ante el marco catalán.
La superioridad blanquiazul se vio premiada con un balón caído del cielo, quizás el único halo de luz de la tarde, en el 93, que fue cazado a la perfección por Toni Corbella para sentenciar el marcador y salvaguardar los tres puntos y mantener la condición de fortín en Bintaufa.