Pedro Galdona Chacartegui (Deba, Guipúzcoa, 67 años) aglutina un pedazo trascendente en la historia contemporánea del fútbol menorquín al que llegó a principios de los 70 para echar raíces, primero como jugador del mejor Atlètic de Ciutadella que se recuerda, y más tarde ejerciendo la cátedra de entrenador en los mejores banquillos de la Isla. Hoy, aquél mocetón del norte, de voz grave y tez afilada, cuya sola presencia imponía un respeto máximo a cualquiera de sus rivales, a cualquiera de los cientos de jugadores que tuvo a su cargo, es también un técnico jubilado porque, aunque su estampa delata un cuidado físico exquisito, considera que "mi etapa ya ha pasado". Galdona colgó el chándal en 2007 feliz por el bagaje que dejó tras de sí a pesar de haber sufrido, como recuerda en esta entrevista, el incumplimiento de la reglamentación de los entrenadores que le privó de haber tenido aún más trabajo en los equipos de categoría nacional.
Como hiciera en sus años de infante, allá en el pueblo que le vio nacer y crecer a medio camino entre San Sebastián y Bilbao, Galdona ha recobrado su pasado y vuelve a cantar en una coral, Aires de Menorca, del club de jubilados, un cometido que le motiva. "Esa es mi pasión ahora", admite.¿Cómo le dio por el fútbol?Me vino de tradición. Mi padre ya fue un buen futbolista y una gran pelotari. Empecé a jugar en Elgoibar, al lado de mi pueblo, y aunque mi padre decía que era cojo porque sólo usaba la izquierda, despunté y estuve en la Selección juvenil de Guipuzcoa.
¿Y cuándo se hizo profesional?
Creo que fue en 1963 para gran disgusto de mi padre porque yo era mecánico tornero aunque trabajaba en una empresa de análisis químicos con él. Me ficho el Ourense, como joven promesa. Recuerdo que debuté en Riazor contra el Fabril. Después tuve que irme a la mili y jugué en el Motrico, cerca de mi pueblo.
Pronto abandonó el norte y recaló en Catalunya...
Así es. Mi hermano me presentó a la sobrina del presidente del Nàstic, que veraneaba cerca de casa. Fui a probar, jugué un partido y me ficharon. La primera temporada fue muy buena, pero en la segunda sufrí la triada en un amistoso de verano y me perdí todo el año tras operarme en Barcelona. Reaparecí en el Tortosa con muchos problemas económicos porque no había forma de que nos pagaran.
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