Empieza una nueva edición de la Tercera División Balear, trigésimo séptima bajo el actual formato autonómico –arrancó en 79/80–, a priori, la más equilibrada en varios lustros, con un amplio ramillete de equipos destinado a pelear por incursionar en las cuatro primeras plazas de la clasificación que otorgan derecho a disputar la fase de ascenso a Segunda B.
Entre ellos, el Mercadal, que tratará de reeditar la gesta obrada en el curso previo, en que alcanzó la dimensión play off por primera vez en su casi centenaria existencia, y que al margen, junto al Penya Ciutadella conforma, un año más, la guarnición menorquina en la categoría. Dos clubes para dos objetivos remotos. La aspiración rojiblanca de consolidar su estatus en la clase alta de la categoría, y la ciutadellenca, centrada en asegurar con la máxima premura los 40 puntos que garantizan la permanencia.
El equipo rojiblanco, en cuyo banquillo Lluís Vidal cumplirá su tercera temporada, si bien ha perdido importantes exponentes como Xiscu Martínez, preserva la estructura colectiva que tan notable rédito le rindió en la campaña precedente, en la que peleó el ascenso ante el Gernika, aderezada con perfiles, como Izan Canet, Jorge Peña, Martín Pasantes, Franco Gauna o Elliot Galán. No se le entiende otro objetivo –que no obligación– que no sea el de pugnar por igualar o mejorar lo realizado en 2015.
El Penya Ciutadella, que cubrirá su cuarto año en la categoría, sitúa sus intenciones, un año más, en blindar la permanencia con la mayor antelación posible, en lo que necesariamente será un cambio de ciclo tras la marcha de Dani Mori a Santa Eulària, al que reemplaza Pere Vadell, además de otras bajas sensibles –ingente el éxodo de jugadores al Mercadal. Siguen Javi Zurbano, José Enrich y Raül Capó, que garantizan una experiencia siempre necesaria y de la que no andan sobrados en Son Marçal, siempre fieles a su compromiso con la cantera.
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