Este viernes dejó de latir el corazón de Ramón Finestres Juanico (Maó, 1941-2019), uno de los grandes futbolistas proyectados por la cantera menorquina en su centenaria cronología.
Iniciado en las categorías de formación de la UD Mahón, club por el que toda su familia desbordó absoluta pasión, y en las que años después igualmente brilló su hermano menor Emilio –también fallecido, al igual que Nito, su otro hermano–, Ramón Finestres, zaguero tan efectivo como elegante, fue uno de los baluartes de referencia de uno de los conjuntos míticos de la entidad de San Carlos, el que en 1963, bajo la dirección de José Valle y junto con otros futbolistas legendarios como Acisclo, Lorenzo Sánchez, Massanet o Sampol, se proclamó campeón de la Tercera División balear y disputó la eliminatoria de ascenso a Segunda ante el potente Europa catalán.
Desde una perspectiva histórica, aquella campaña queda como un punto de inflexión en el particular trayecto futbolístico de Finestres, en tanto que resultó el preámbulo a su marcha al exterior para delinear un destacado periplo por diversos clubs de la geografía catalana.
Sabadell, Manresa, Figueres y Terrassa fueron los destinos que disfrutaron del imponente físico y talento del defensa mahonés, además de su encomiable profesionalidad. Hijo de la posguerra, la progresión de Ramón a jugador profesional conoció austeridad y estrecheces, las propias de la época. A modo de anécdota, nuestro finado protagonista comentaba que con uno de sus primeros sueldos le alcanzó para comprar una moto Impala, tan de moda en su juventud. Por otro lado, su particular anecdotario incluye también el hecho de haber anotado el primer gol de la historia, en mayo de 1963, en el campo de Sant Antoni de Ciutadella. Tras su ciclo catalán, en 1968 Finestres se reincorporó a la Unión, y años después, en 1974, ya retirado, se erigió junto a Pito Pérez en director deportivo del desaparecido Sporting Mahonés, cargo que mantuvo un año. Partidario de la fusión, admitió sin embargo en una entrevista al diario «Última Hora», en marzo de 2012, que esta no fructificó pues el nuevo club «nunca contó con el respaldo social necesario».
A su puesto de directivo sportinguista le siguió casi con inmediatez su ruptura con el mundo del fútbol –salvo las pachangas en Es Grau–, si bien su hijo menor, Juan Ramón, destacó después en varios clubs locales, incluido el citado Sporting. Ramón definió a Boy «como jugador», y la Unión del 66 «de Martín Vences» como equipo, de lo mejor que nunca «vio en un campo menorquín».
Su viuda Matilde, además sus dos hijos José y Juan Ramón, su hermana Mandi y sus nietos lloran su muerte. También la familia del fútbol menorquín, que pierde a un rostro emblemático de aquellos exuberantes años 60, y a una persona exquisita, bondadosa y ejemplar. Don Ramón Finestres Juanico, descanse en paz.