Un decenio sin ascenso directo. La derrota del Alaior en feudo de la Penya Independent a mediodía del pasado domingo en Ibiza (2-0), además de significar la eliminación del equipo albinegro de la fase de ascenso de Tercera División y de dejar a la Isla desprovista de representantes en la misma, desterró la opción de que el fútbol local pudiera incrementar su cuota de presencia en la liga balear para el curso 2022-23, que seguirá limitada al Mercadal, y por elevación perpetúa una máxima de lo más desesperanzadora que se ha mantenido inalterable a lo largo de los últimos diez años; desde que en 2012 lo consiguió el Penya Ciutadella, ningún equipo de la Isla ha tenido éxito en una fase de ascenso a Tercera División (no en vano, el retorno del Mercadal a la categoría autonómica, en 2021 después de bajar en 2019, único ascenso menorquín en ese periodo, ocurrió de modo directo).
Declive
Acostumbrada la Isla a disfrutar de una promedio de tres-cuatro representantes en el grupo balear de Tercera División durante décadas, 2012 subyace como un punto de inflexión en ese sentido, con el descenso de dos clásicos como Ferreries y Alaior (que el año antes había burlado el descenso gracias a la renuncia de un equipo mallorquín y que finiquitó así un trecho ininterrumpido de permanencia en la categoría que había iniciado en septiembre de 1979). El referido ascenso del Penya Ciutadella, primero en la historia del club de Son Marçal, repercutió para amortiguar el golpe, quedando reducido de tres a dos el número de equipos menorquines en la liga (Mercadal, que había ascendido en 2008, y Penya), si bien paralelamente en aquella temporada se produjo la expulsión del Sporting de Segunda B, en febrero de 2012, lo que ahondó en la sensación de decepción en el contexto insular.
La doble representación menorquina en Tercera, en virtud del eje Es Mercadal-Ciutadella, se prolongó un lustro, hasta que en 2017, en que cayó el Penya, quedó en un único equipo, el rojiblanco. Desde ese entonces, la Isla ha tenido un exponente, el Mercadal, o ninguno (como se dio en el bienio 2019-21). Un declive para una pérdida de rango y potencial más que evidente, más en parangón a lo que exhibe la cronología del fútbol insular, históricamente prominente a nivel balear desde los lejanos años 20 del siglo anterior.
Intentos
Y ese trecho decenal en que Menorca únicamente ha acumulado decepciones, han intentado en balde el ascenso al escenario balear de Tercera División, el CD Migjorn, que en 2013 fue eliminado por el Serverense; el CE Ferreries, que en 2014 cayó contra en Son Cladera y en 2015 con el Campanet; el CE Alaior, que en 2016 tras superar el primer cruce con el Genoa sucumbió, por un gol de diferencia, con el Son Cladera; la UD Mahón, en 2017, que fue descalificada por alineación indebida en el primer partido en feudo del Serverense, y en 2019, derrotada por el Son Verí; entre medias, en 2018, lo probó el Sporting de Mahón, que murió en la orilla a manos del Murense; en 2020 fue el turno del Mercadal, que tras descender en 2019, y después de interrumpirse la temporada a causa de la pandemia de la covid se ganó el derecho a la promoción gracias a su destacado liderato en la liga insular, y que terminó perdiendo con el Porreres a partido único en Mallorca.
En 2021, la Isla, de nuevo con el Mercadal como protagonista, celebró su único ascenso en toda la década, pero que el cuadro rojiblanco, incontestable campeón menorquín, obtuvo de modo directo (la Balear optó por ese sistema como hecho puntual, también para recuperar una plaza para Menorca en la liga).
Y en 2022, ni el cambio de formato ni el incremento del número de equipos (cuatro; con Menorca, Alaior, UD Mahón y Migjorn), que además ha significado una confrontación directa con Ibiza-Formentera que ha valido para calibrar y confirmar la diferencia de potencial entre Menorca y las Pitiüses, ha repercutido para revertir una tendencia de lo más preocupante; los equipos de la Isla no son capaces de ascender a Tercera desde hace una década con un formato de eliminatoria directa que paradójicamente tantas alegrías concedió en el pasado.
Contrastes
Y la sensación de decepción es todavía mayor al comparar la inercia, totalmente alcista, que exhiben los exponentes de la Liga de Ibiza-Formentera, por historia la tercera fuerza del fútbol balear (tras Mallorca y Menorca), que en los últimos años promedia casi un ascenso por temporada, que en 2022 ha tenido un representante en Segunda División, el UD Ibiza (categoría que rozaron el Menorca en 1964 y la UD Mahón en 1968, pero a la que jamás ha llegado un club menorquín), tres exponentes en Segunda RFEF (Peña Deportiva, CD Ibiza y Formentera) y cuatro en Tercera, Peña Sant Jordi, Portmany, Inter Ibiza y San Rafael, cifra que no se alterará pese a que este último equipo ha terminado en descenso, puesto que el filial de la Peña Deportiva o la Penya Inpendent, dentro de quince días serán equipo de la liga balear… Mallorca se mantiene e Ibiza ha ganado margen y crecido en presencia, tanto en el ámbito balear como nacional, en un tramo temporal que por contra ha advertido un indisimulable retroceso de la Roqueta que se eternizará como la década ominosa del fútbol menorquín.