El próximo mes de agosto, Adrià Allés volverá a partir hacia Estados Unidos para disputar su tercera temporada con los Milligan. Durante sus vacaciones, el jugador mahonés ha hablado con «Es Diari» sobre su proceso de adaptación al fútbol norteamericano y su vida cotidiana.
En sus dos primeros años, su equipo logró quedar primero en su liga y alcanzar la final nacional. Sin embargo, en su último curso, la escuadra terminó en segunda posición y fue eliminada en octavos de final durante la fase de playoffs.
Allés destaca que su llegada a un equipo mayoritariamente internacional facilitó su proceso de adaptación al fútbol norteamericano. «Por suerte, en el equipo al que llegué, la gran mayoría éramos extranjeros y en mi primer año había cuatro españoles. Al ser la mayoría europeos, eso facilitó mucho la adaptación», dice.
El nivel del fútbolístico
En cuanto al nivel futbolístico, a Adrià no le resultó especialmente complicado adaptarse. Aún así, sí percibe diferencias claras entre el fútbol que se practica en Estados Unidos y el que conocía en Menorca. Para empezar, el exMenorca considera que los jugadores están «muy preparados física e individualmente», destacando también su «técnica». Sin embargo, señala que, en términos tácticos, no están tan trabajados como en Europa, por lo que los equipos más fuertes suelen ser aquellos con una mayor presencia de jugadores foráneos.
El portero mahonés logró hacerse con la titularidad prácticamente desde su llegada a Norteamérica. Durante la pretemporada de su primer año compartió minutos con otro guardameta, pero su rendimiento convenció al cuerpo técnico. Ya en el debut liguero arrancó de inicio y mantuvo la titularidad durante toda la campaña. Una dinámica que repitió en su segunda temporada, en la que, tras superar una lesión, volvió a adueñarse del arco con solvencia.
El de Menorca no solo ha tenido que enfrentarse a un nuevo fútbol, sino a una vida totalmente diferente durante estos dos años: lejos de casa, una cultura distinta, otro idioma, una gastronomía comida....
«Sobre todo, lo más difícil fueron las dos primeras semanas nada más llegar, el hecho de tener que adaptarme al horario diferente que tienen tanto para las comidas como para la vida diaria», recuerda. Al igual que acostumbrarse al idioma. «Al principio, el inglés se hizo un poco complicado, pero vas adaptándote», reconoce.
Estudiante universitario
El portero compagina el deporte con sus estudios universitarios de Psicología. Para ello cuenta con un tutor que le orienta en las elecciones de las asignaturas con tal de poder compaginar los estudios con los entrenamientos.
«Las clases acaban pronto y el equipo se ajusta a nuestros horarios, así que puedo dedicarme al fútbol sin dejar de lado la carrera», relata. La gran mayoría de estudiantes universitarios residen en un campus de la propia universidad.
En el caso del deportista de Maó, este reside en un campus pequeño, donde coincide a diario con sus compañeros de clase y también con los del equipo. En la residencia universitaria existen dos tipos de alojamiento: habitaciones compartidas o pequeños apartamentos. «El primer año estuve en la residencia, compartiendo habitación. El segundo año viví en un apartamento con tres compañeros del equipo. Teníamos una sala de estar, una habitación individual cada uno y un baño», explica.
Aún le quedan este curso y otro más por delante en la universidad, aunque su continuidad deportiva está limitada por las normas de la liga universitaria, que permiten jugar solo durante los cuatro años de carrera. «La idea es acabar la carrera en estos dos años, que es lo principal. Y a nivel deportivo, pues ya se verá qué ocurre después», concluye.