El Mallorca ha empezado el nuevo curso lleno de moratones. El equipo de Jagoba Arrasate, al que le duraba unos minutos la ilusión del primer día de clase, caía este sábado en Son Moix en un encuentro manchado por la polémica y roto antes del descanso. Los goles de Raphina y Ferran Torres (luego Lamine bajaría la persiana), las decisiones de Munuera Montero y las expulsiones de Manu Morlanes y Muriqi, por este orden, forzaban una derrota que si bien está presupuestada en las cuentas de cada principio de temporada resultaba esta vez particularmente dolorosa (0-3).
El partido, porque de alguna manera hay que llamarlo, iba a durar lo que un cubito de hielo en una chimenea. Se podrán hacer análisis para explicarlo, pero lo cierto es que poca o ninguna chicha futbolística se le puede extraer a un encuentro que en poco más de media hora ya estaba destrozado y del que al descanso no quedaba nada.
Antes de que todo volara por los aires, Jagoba Arrasate había echado mano de lo mejor que tenía para componer la foto del primer once de la temporada, aunque su plan iba a quedarse enseguida en un simple papel mojado. Se despertaba entre gritos el Mallorca, que a los dos minutos ya había recibido la primera descarga de Lamine Yamal. El internacional español le montaba el lío a Mojica nada más tocar el balón y sacaba a golpes de la cama a un equipo que luego aún tardaría en quitarse el pijama.
A los siete minutos, el propio Lamine cruzaba un pelota de un lado al otro del campo y la gelatinosa defensa local contemplaba como Raphina, acomodado en el segundo palo y agazapado a la espalda de Mateu, la metía en la portería de Leo Román sin despeinarse. 0-1. Un martillazo en toda regla.
Con el Barça ya asentado y con el mando del marcador en la mano, trataba de responder un Mallorca al que se le vaciaba la barra de la energía en cuanto se arrimaba a la línea del área grande. Dejaba algún hueco entre la muralla el equipo de Flick, pero no terminaba de aprovecharlo el cuadro bermellón, arrastrado en ataque por Muriqi, nublado y empeñado en tomar malas decisiones dentro de la zona roja. Fuera como fuera, parecía que iba a haber debate y que el Mallorca podía discutir, aunque fuera un rato, con el campeón del torneo.
En esas andaba la fiesta cuando se encendieron las luces y dejó de sonar la música. Lamine lo intentaba con un proyectil lejano que se estrellaba contra la cabeza de Raíllo y dejaba al central cordobés grogui, totalmente noqueado en el suelo. Los futbolistas del Mallorca bajaban los brazos esperando que la jugada se detuviera y el árbitro anteriormente conocido como Munuera Montero, tras llevarse el silbato la boca, dejaba que la acción continuara y no aplicaba el protocolo establecido. Ferran Torres superaba a Leo con un tiro bien ajustado y tras unos segundos de asombro y confusión en los que nadie sabía qué pasaba, el gol subía al marcador. Una decisión insólita del colegiado andaluz que rociaba de gasolina las gradas y terminaba de sacar del partido a un Mallorca que ya se encontraba al límite antes de tocar fondo.
Si le quedaba algún hilo de vida al equipo de Arrasate se lo cortó Munuera en el último cuarto de hora del primer tiempo. Primero con la expulsión de Morlanes por doble amarilla (el aragonés había sido amonestado por protestar el segundo tanto y cometía luego una falta al borde del área) y luego sacańdole poco a poco, al equipo y al público, las últimas gotitas de paciencia que le quedaban. Si faltaba algo era una jugada de VAR. Munuera, que en primera instancia sancionaba con una simple amonestación por juego peligroso una fea e innecesaria entrada de Muriqi a Joan García, terminaba echando al kosovar tras consultarlo en el monitor.
El encuentro era un despropósito y al Mallorca ya no le quedaba nada que hacer. Sin embargo, Munuera seguía avivando el fuego. El colegiado andaluz resolvía con una cartulina amarila (la primera del partido para el Barça) un dura falta por detrás de Raphina sobre Mateu Morey que era casi de color naranja y cerraba por todo lo alto la primera mitad. Las estadísticas que proyectaban los videomarcadores de Son Moix al descanso eran reveladoras: el Mallorca, ya con dos jugadores menos, había cometido siete faltas; el Barcelona, ocho.
El segundo tiempo fue de relleno. Aun así, no se dejaba llevar el Mallorca, que quería caer con honor y los bolsillos vacíos y buscaba el gol a empujones hasta que Lamine abrochaba la cuenta. De la ilusión del primer día de clase al bajón de una desgrarradora derrota sin llegar a saber muy bien qué había pasado. Difícilmente podrá ir a peor la semana que viene.
EN PEPÊT GONELLAComo vas a Son Moix ? En helicóptero o te teletransportas ? Moneato i mentider.