La última vez que Sant Bartomeu vivió un derbi de los bien denominados clásicos entre Ferreries y Alaior fue ya hace 11 años y un mes, el 6 de febrero de 1999. Campo de tierra, Chicha Tudurí (qepd) en el banquillo azulgrana, Galdona en el albinegro, Borja e Isma González, los goleadores (1-1).
Ha llovido mucho desde entonces hasta esta tarde, la del reencuentro, en el que el escenario ofrece significativas diferencias no sólo estéticas y más adecuadas tras la modernización del histórico campo Municipal a los nuevos tiempos, sino también conceptuales. La más importante es la reducción del componente pasional que invadía aquellos duelos que iban más allá del fútbol entre dos poblaciones emergentes y con diferencias históricas.
Lo que no cambia, en todo caso, es la trascendencia de los puntos en juego. Aquel último año, el Ferreries acabó descendiendo a Regional, mientras el Alaior completó una buena campaña. Pero esta tarde la victoria es un bien preciado para ambos, empatados a 27 puntos en la clasificación y demasiado cerca ya de la zona de descenso.
Hay mucho que ventilar en este duelo insular, al que llega el Alaior tras seis derrotas consecutivas frente a un cuadro azulgrana algo más regular, pero no menos necesitado.
El ambiente está asegurado en Sant Bartomeu más allá de la pasión que haya en las gradas. Pero un derbi siempre será un derbi.