Cualquier conclusión que se extraiga tras dos partidos de Liga resulta apresurada, gratuita y, por tanto, engañosa. Sin embargo, sí puede afirmarse que los dos encuentros disputados por el Menorca en su retorno a la ACB han insinuado que el equipo se halla en un camino apropiado para pelear por la permanencia junto a sus compañeros de viaje con las mismas garantías que el resto por muy modesta que sea su plantila.
En este selecto campeonato en el que el Fuenlabrada se ha salido del guión con dos triunfos y el Bilbao, nuevo líder, empieza a mostrar las muchas expectativas con las que partía, el Menorca puede presumir de haber sumado un triunfo harto convincente frente al Valladolid, y haber dejado una imagen de lo más correcta en su cancha maldita, el Palau Olímpic de Badalana que, sin embargo, no le impidió volver a encajar un severo correctivo final como en sus cuatro visitas anteriores.
El equipo de Paco Olmos busca una regularidad en su juego fundamentada en el equilibrio que precisa en varios aspectos. Uno de ellos pasa por rentabilizar la aportación de sus hombres que ha sido dispar en los dos partidos. Si ante el Valladolid fueron los jugadores de banquillo los que inclinaron la balanza -Caio Torres, Huertas, Servera... -frente a la Penya, los primeros espadas fueron los que produjeron en ataque. Otra sería medir la relación entre el juego interior y el exterior que se echó en falta en la última aparición en Badalona.
Estas mejorías que el equipo está en condiciones de conseguir pueden llevarle a maquillar la carencia física que muestra en relación a otros conjuntos de la Liga, especialmente, los que miran hacia arriba en la clasificación.
Lagun Aro GBC es el próximo rival en Maó, el domingo, ante el que un triunfo -factible- pondría al equipo en una holgadísima posición además de la importancia de los puntos en disputa ante un rival directo.