Matinal extraña y no menos triste la que se vivió ayer en el Municipal de Maó porque, por más que lo intentaron, ni los jugadores ni la afición que acudió al vetusto recinto mahonés, pudo desalojar de su mente la agónica situación por la que atraviesa el club que se enfrenta, por primera vez, a una huelga de sus profesionales.No es que el partido ante el Reus quedara en un segundo plano, pero la trascendencia era el futuro inmediato más allá de la tercera derrota consecutiva que acabaría enlazando el equipo ante el cuadro de Tarragona.
Miradas al palco, pero no, tampoco en esta ocasión se advirtió la figura del presidente, Paco Segarra. El mandatario no es un habitual de los partidos en casa, incluso, comentaban directivos, que esta temporada no ha presenciado ningún encuentro, ni siquiera el que coincidió con el trofeo de las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia en el que estuvo presente la alcaldesa, Águeda Reynés.
La inhibición física del presidente -porque nadie duda que el promotor catalán continúa removiendo cuanto puede para hallar una solución- ya hastía a un sector de la afición, a los jugadores y a los propios miembros de la junta directiva que no saben exactamente a qué atenerse. Los más veteranos admiten que este es el peor trance del histórico club en sus 37 años de vida.
Segarra no se ha dejado ver ni escuchar ante sus dirigentes desde poco después de la asamblea extraordinaria de socios. Su silencio más reciente, tras la convocatoria de huelga que hizo público el equipo el pasado viernes, ha colmado la paciencia de muchos dirigentes, conscientes de que, quieran o no, van a ser corresponsables de lo que suceda a partir de ahora.
La determinación primera por parte de varios directivos ha sido redactar y firmar un fax dirigido a Paco Segarra en el que le instan -o exigen, según se interprete- que comparezca esta semana en la Isla para asistir a la junta prevista para el jueves, aunque podría adelantarse para tomar una determinación.
Durante el partido de ayer ese fax que se remitió al presidente fue puesto a disposición de los miembros de la junta para que pusiesen su rúbrica. "Está claro que tenemos que hacer algo, decidir una cosa u otra porque esto es insostenible", comentaban dos dirigentes de peso durante el encuentro de ayer.
"No sabemos nada del presidente desde hace días, ni desde que los jugadores convocaron la huelga, y algo vamos a tener que hacer", añadían.
Las soluciones, que no son excesivas, porque al socio ya no se le puede exigir más, y están en boca de los directivos pasan porque Segarra firme con un patrocinador que ponga al día la plantilla, solicitar y avalar un crédito -una solución poco viable porque los directivos tampoco están para acometer aportaciones voluntarias- aguantar la huelga y esperar que la FEF eche al equipo de la Liga por una doble incomparecencia, o por duro que parezca, tomar la iniciativa de retirar al equipo de la competición antes de pasar por una vergonzosa huelga y desalojo, y de esta forma, impulsar la salida de los futbolistas para que busquen otro equipo cuanto antes por el bien de su estabilidad personal.
"Mantener la situación actual sólo haría que agravarla porque cada día que pasa la deuda crece, cada desplazamiento el pasivo aumenta", comenta un directivo.