"Convertirme en árbitro me sacó de la calle cuando iba para delincuente, y gracias a la necesidad de redactar las actas de los partidos aprendí a escribir; he hecho muchos amigos, he ganado dinero y me he divertido, por eso quiero al arbitraje y lo voy a echar de menos". Es la confesión de Juan González Segura, árbitro desde que apenas había cumplido los 15 años que este próximo sábado dirigirá su último partido -UD Mahón-CE Alaior- como colegiado de Preferente. Ya cumplidos los 45, la normativa le impide continuar en activo en su categoría aunque podrá matar el gusanillo en partidos de fútbol base.
Juanito González, tan controvertido en el terreno de juego, como popular dentro y fuera del recinto es todo un personaje. Desprende humanidad en la distancia corta y su sonrisa delata un corazón enorme. Como árbitro es conocida su fama de tarjetero, y probablemente más sus errores que sus buenos partidos. "Yo me he visto bien todos estos años, aunque los demás puedan opinar lo contrario", explica. El malogrado José Trilla, compañero, le dijo un día "pita lo que veas y nunca te arrepientas, y eso he hecho aunque te puedes equivocar y yo me he equivocado mucho". Amigo de las cartulinas amarillas y rojas, admite Juanito que "he sido tarjetero, sí, pero muchas por protestarme de malos modos, otras me las podía haber ahorrado, pero no me considero polémico, no soy un chulo y me he tomado el arbitraje siempre como un trabajo porque para eso les costamos un dinero importante a los clubes. A veces se me cruzan los cables en el campo pero nunca he llegado tarde a un partido". A pesar de esa fama, sorprende al afirmar que "una cosa es la teoría y otra la práctica. Si aplicara siempre el reglamento a rajatabla me quedaría solo en el campo".
Nacido en Ripollet, llegó a Menorca a los dos años de edad por el traslado laboral de su padre. Pronto dejó los estudios y comenzó a trabajar en la pastelería Sandra, en Maó, "no podía ir a entrenar ni a jugar porque sólo tenía libre los domingos y sábados por la tarde, por eso decidí hacerme árbitro de baloncesto pero el mismo día que iba al colegio de bàsquet me encontré al señor Rivas, que entonces era árbitro de fútbol, y cambié de planes".
En la Delegación "conocí al que sería mi gran amigo, Tofolet Seguí, que me ayudó y enseñó mucho". Un partido alevín Unión-Villacarlos fue su debut, y de aquella primera época recuerda que "había mucha exigencia física en las pruebas, en cambio ahora hay más permisividad. Ahora la mitad de los árbitros no pasaríamos el test de Cooper".
Con 18 años ascendió a Preferente y, aunque tuvo alguna opción para subir a Tercera, no superó el examen y un traslado laboral a Tenerife cortó su trayectoria que reemprendería a su regreso a la Isla varios años después. De todas formas, recuerda, "las formas que había para ascender no me gustaban. Un árbitro para subir tiene que pasar las pruebas físicas y pitar bien, y no hacerlo en un despacho como podía pasar antes".
Por eso considera que "el arbitraje ha evolucionado para bien en Menorca -aunque las pruebas físicas sean menos exigentes-. Ya me gustaría haber tenido videos, banderines avisadores o pinganillos como ahora porque facilitan mucho la labor". Además, añade, Bermúdez es muy buen instructor, los mismo que Carbonell; cada jueves y viernes hablamos y mejoramos no como antes que te daban el silbato, las tarjetas y a buscarte la vida".
En el colectivo arbitral de hoy en día "hay buena armonía, no hay las puñaladas que había antes con los jóvenes que apuntaban alto". Pero Juanito propondría "recuperar los entrenos conjuntos de todos los árbitros".
Primero Tofolet Seguí y después Joan Capó, "el mejor árbitro que ha habido en Menorca y creo que pasarán muchos años para que tengamos otro colegiado de Segunda B como él", escogieron a Juan González como auxiliar en sus campañas en Segunda B. Así 'Juanito' vivió experiencias inolvidables en campos de Segunda e incluso de Primera con partidos de filiales. "He ganado dinero con el arbitraje y también he gastado mucho. Si me iba de viaje con Navas Casals, por ejemplo, mi madre me decía esta vez volverás con dinero, pero si me iba con Trilla, me decía que volvería sin un duro". Recuerda que cuando Joan Capó le propuso que la acompañara como linier "me exigió dos cosas: que fuera limpio y que me cortara el pelo porque lo llevaba muy largo".
Aunque no se observa el más mínimo rencor cuando se refiere a ellos, Juanito admite que "me han pegado tres veces; la primera en un Penya Blaublanca-Ferreries juvenil, la segunda en un UD Mahón-Atlètic también juvenil y la última en un partido de Tercera, en Felanitx donde tenía que correr la banda dentro del campo porque los viejos me pinchaban el culo y la espalda con sus paraguas".
En los ochenta y noventa "el campo más complicado era el del Ferreries porque se vivía el fútbol con mucha pasión", y el estadio donde más cómodo se ha sentido "ha sido el del At. Ciutadella".
De cara al futuro, Juanito González quiere ser informador de los árbitros jóvenes, no de categorías superiores, y hace votos para que vengan más mujeres al colegio. "Hay demasiado machismo en nuestro colectivo, miramos a las árbitros como mujeres y no como árbitros por eso las que empiezan no siguen".
Receptor de insultos y habituado a ellos en el campo, Juanito señala que "lo que pasa o te dicen en el campo se queda en el campo, por eso a la gente o a los jugadores que me han insultado no les diría nada aunque alguno no me salude, no guardo rencor a nadie". Eso sí, recuerda un jugador del Migjorn que es policía municipal al que expulsé y a la semana siguiente, aparcando en el mismo sitio que aparcaba siempre, me puso una 'multaza'".