Grouxo Marx dijo que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Añadió también que detrás de ella está su esposa. Parafraseando la célebre sentencia del genial actor, escritor y humorista americano, podríamos aplicar que detrás de un gran deportista también hay un gran entrenador, y detrás de éste, el familiar que mejor lo tutela.
No siempre se cumple este aforismo, pero tiene mucho de cierto por razones obvias en el caso que nos ocupa: la relación entre Rafa Nadal y su tío y entrenador, Toni, quien pasado mañana ofrece una sugerente conferencia en el marco del Foro Menorca, en el Teatro Principal de Maó.
Sobre el talento innato y los genes competitivos que constituyen la morfología del clan más afamado de Manacor, los Nadal -su otro tío, Miguel Ángel, fue una estrella del Barça y la Selección Nacional-, descansa buena parte de las causas que han convertido a Rafa Nadal Parera, seguramente, en el mejor deportista español de todos los tiempos. Pero no basta con las cualidades naturales, el esfuerzo o el tesón. No es suficiente con el anhelo de progresar o el deseo de ganar.
No. Rafa Nadal se halla en el olimpo de los dioses del tenis por todas estas razones indiscutibles y porque la coyuntura doméstica puso a su lado al hermano de su padre, Toni, dando origen a esa extraña pareja acumuladora de parabienes pero no inmune a la discrepancia. Exjugador de tenis, la evolución del crack, ocho veces ganador de Roland Garros, no puede explicarse ni comprenderse sin la figura de su familiar entrenador.
Quizás reforzado por el vínculo sanguíneo que le une a su sobrino, Toni Nadal ha ejercido como implacable maestro, experto sicólogo y, sobre todo, especialista en neutralizar el ego de aquél prometedor chaval que comenzó a despuntar abruptamente en el circuito con apenas 15 años cuando se convirtió en el primer jugador que ganaba un partido de la ATP a tan temprana edad.
"Mira, ¿ves?, todos estos tenistas también fueron campeones de España alevín, como tú, y ¿dónde están ahora?, nadie se acuerda de ellos". Esa fue una de las primeras lecciones de la vida que le dio Toni Nadal a su sobrino en 2003, cuando apenas contaba con 12 años. Rafa se aplicó a esa advertencia y su ascensión ya no ha conocido límites. De hecho, Toni continúa declarando que todavía es imposible predecirlos cuando Rafa acaba de cumplir los 27 años y se halla, posiblemente, en la plena madurez de su carrera.
A lo largo de estos más de tres lustros la relación de Toni y Rafa Nadal ha sido una de las que más curiosidad ha despertado en el circuito. No debe ser fácil la convivencia entre un genio del tenis, coleccionista de adjetivos superlativos en función de una trayectoria sublime, y la figura de su entrenador, encargado de trasladarle a la tierra un día sí y otro también en lo bueno, en lo menos bueno y en lo malo. Relativizar tanto el éxito como la derrota ha sido, quizás, el eje sobre el que ha crecido Nadal siempre con el afán de superación a partir de partidos ganados y perdidos.
Esa compleja relación, duradera pero no siempre armoniosa, arroja en todo caso un saldo excepcional. Rafa sigue ganando de la mano de su tío, Toni, quien posiblemente bajo la estela del gran Rafa ha alcanzado una celebridad que no tiene ningún otro entrenador de los top ten del circuito. Toni ha hecho de la naturalidad un aliado de su discurso habitual en el que ha reprendido a su pupilo -.y sigue haciéndolo- cuántas veces ha estimado oportuno. Sin rodeos.
La permanencia del 'stablishment' que mantiene el lazo entre tenista y entrenador no ha sido sencilla, en ocasiones. La biografía autorizada de Rafa Nadal, 'Rafa: My Story', escrita por John Carlin, revela algunos capítulos narrados por el protagonista que permiten comprender con meridiana claridad, qué sucede entre jugador y entrenador, entre sobrino y tío. "Toni también tiene sus dudas y sus irregularidades, se contradice a menudo, no es el mago sabelotodo de mi infancia. Ya no necesito lecciones de humildad, ya no necesito que me diga que ponga buena cara ante la adversidad".
Rafa revela en esa explicación como le ha instruido su tío a lo largo de los años para conseguir la fortaleza mental que le ha hecho grande, acompañada por un físico prodigioso. Esos momentos de tensión se han repetido en determinadas situaciones, provocando incluso que Toni se mostrara decidido a dejar de ser su entrenador hace un par de años tras un torneo perdido. "También es culpable de que yo sea más inseguro en la pista de lo que debiera". Es decir, que Rafa ha procesado el mensaje de su tío pero, con el paso de los años, no se resignó a aceptarlo a pies juntillas a medida que fue convirtiéndose en adulto. "A veces no mide bien sus palabras y el efecto es que amarga mi carácter, lo cual influye en mi juego. Yo le debo mucho a Toni pero el también me debe mucho a mi".
Podría añadirse que 'quien bien te quiere te hará llorar'. Y en este caso resulta indiscutible el empeño que ha puesto Toni Nadal para cincelar el diamante en bruto al que vio nacer 27 años atrás. La peor coacción es una alabanza. Toni lo sabe y ha sabido transmitirlo.
Será un lujo tenerlo el miércoles entre nosotros en la conferencia del foro Menorca. Harán bien en no perdérsela.