Siete atletas evacuados entre los 630 inscritos en la Mitja Marató del pasado domingo en Ciutadella provocaron momentos de tensión entre los organizadores del evento, familiares y amigos de los afectados porque el dispositivo de atención médica, ajustado a las recomendaciones de la Federacion Española de Atletismo, fue del todo insuficiente, como lo fue, quizás, la responsabilidad individual de cada corredor que debe conocer sus propios límites. La prueba, en suma, deja dudas y advertencias cara al futuro.
A media tarde de ayer permanecía en la UCI del Mateo Orfila L.R.J., vecino de Alaior, de 51 años, que padeció un ictus horas después de haber concluido la prueba, y seguía ingresados los dos atletas de Ferreries, C.B.O. (37) y F.F. (31), en observación aunque se esperaba que ambos ya pasaran la noche en sus casas.
Esta vez no hubo que lamentar una desgracia mayor pero habrá servido de experiencia para atletas, obligados a prepararse correc tamente para correr 21 o 10 kilómetros ya que la organización no exige ni licencia ni certificados médico para poder participar, y también para los organizadores que debían prever las condiciones del tiempo.
La humedad del 80 por ciento y una temperatura de 25 grados a a la sombra con una sensación térmica de entre 30 y 32 grados a la hora de la prueba, fueron las causas de las deshidrataciones y los continuos desfallecimientos hasta desbordar a la organización.
Es del todo inusual que se precisen tantas evacuaciones en una misma carrera de poco más de 630 atletas pese a que el número de participantes se había incrementado en más de un centenar respecto a la edición del año anterior. «No caímos en el pánico pero sí en la preocupación porque cuando organizábamos el traslado de un atleta al Canal Salat nos avisaban de otro, y luego de otro más y no sabíamos como atenderles», explica Guiem Bosch, responsable de Elitechip, organizadora del evento.
En el mismo centro médico se vieron sobrepasados por la llegada de otros atletas por su propio pie e incluso algunas voces cuestionaron que no fuera la atención del seguro médico de la prueba la que atendiera tantas eventualidades.
Una ambulancia de la Cruz Roja, con doctor y enfermero fue el soporte médico específico presente en Ciutadella a la hora de la carrera, sufragado por el ayuntamiento y la empresa organizadora, que optó por solicitar la ambulancia avanzada en lugar de la básica dado el incremento de participantes.
Según Guiem Bosch, la RFEA recomienda una ambulancia por cada 750 participantes. «En la TUI maratón de Palma hubo 12 evacuados entre 10.000 atletas, es decir, un uno por mil, cuando aquí tuvimos casi un uno por cien; ni cinco ambulancias habrían bastado».
El resto de personal que cuidó el buen desarrollo de la prueba fueron 4 voluntarios de Protección Civil, 6 ciclistas con el grupo delantero, 6 miembros de la organización distribuidos en diferentes lugares del recorrido, además de los miembros de la Policía Local.
«Fue algo excepcional porque lo normal es que este dispositivo, que es el recomendado, hubiera bastado, pero está claro que nos quedamos cortos», señala Guiem Bosch. Un total de siete puntos de avituallamiento -uno cada 3 kilómetros, proporcionaba agua a los atletas para que se hidrataran.
Nando Salom, especialista en medicina deportiva, consultado por este diario, sugiere, que «el aumento constante de deportistas en estas pruebas extremas exige un nuevo planteamiento en organizadores y atletas que pasa por aplicar medidas preventivas y mayores dotaciones médicas», todo antes de que haya que lamentar alguna desgracia.