Fue vistiendo la zamarra del Penya Ciutadella en la División de Plata, en su tercer partido de liga, cuando pareció haberse acabado la carrera deportiva de la futbolista Elena Montenegro (Ciutadella, 1980), quizás la mejor jugadora de fútbol sala surgida en la Isla. Decidió ir a disputar un balón y notó que se le giraba otra vez la rodilla, y ya optó por no seguir adelante, viendo que no estaba para jugar a ese nivel.
Su calvario de lesiones había empezado el 2005 contra el CE Alaior cuando una dura entrada por detrás la dejó tocada de la rodilla. Consecuencia: tres operaciones, las dos primeras de menisco y la última ya para reconstruir el ligamento roto. Un panorama que pintaba muy negro para la delantera pero que finalmente ha logrado superar y dejar atrás. Tras un año y varias recuperaciones vuelve a intentar jugar, con la camiseta del Atlètic Ciutadella de la Autonómica femenina de fútbol sala, equipo al que ha dirigido estas últimas temporadas y que ahora ha pasado a manos de Patricia Otero, una gallega que había jugado en la División de Plata. El equipo es competitivo, con Wesley D. Morato como ayudante. Mantiene la base del año pasado y ha incorporado a la propia Montenegro y a Marga.
Elena Montenegro, muy emocionada, reconocía ayer a «Es Diari» que las claves para regresar a las pistas de juego han sido dos: «Mi pareja, que me ha animado mucho a que intentara probarlo, y mi familia, que pese a tener ciertos temores a que me volviera a lesionar, en todo momento ha estado a mi lado en mi postura de volver a jugar».
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