La 'Nadalmanía' se ha desatado en París, donde el tenista mallorquínse ha dado varios baños de masa en la semana de preparación de su participación en el Grand Slam, el último este mismo sábado, un cariño del público que el jugador dijo que le hace sentirse «orgulloso». En la jornada de los niños, bautizada por el torneo como el día de Yannik Noah, la pista Suzanne Lenglen se llenó hasta la bandera, con sus 10.000 plazas ocupadas, para ver el entrenamiento de Nadal contra el danés Holger Rune. «Me siento orgulloso de ir a diferentes lugares y que la gente se sienta feliz por verme», dijo el jugador, que desde que el pasado lunes aterrizó en la capital ha podido sentir el cariño de los aficionados.
Desde hace unos años, el torneo decidió abrir los entrenamientos al público en la semana previa al torneo, coincidiendo con la disputa de la fase de clasificación, y la idea ha sido un éxito. Este año en particular, porque los aficionados, que temen que sea la última participación de Nadal en París, han querido mostrarle su respaldo y su apoyo. El pasado lunes se llenó la central, donde el nombre del español fue aclamado mientras tomaba contacto con la tierra batida en la que ha forjado su leyenda.
Los días siguientes también fueron muchos los que le arroparon, frente a rivales de peso como el estadounidense Sebastian Korda, el ruso Daniil Medvedev, el suizo Stan Wawrinka y el argentino Mariano Navone. Este sábado, los niños gritaron su nombre mientras jugaba frente - y al danés Holger Rune, al que acabó derrotando en el partidillo por 7-5 y 2-0. Nadal afirmó que en los entrenamientos en París ha recobrado buenas sensaciones y que los buenos resultados que ha tenido en los entrenamientos le hacen albergar esperanzas de ser competitivo en el torneo.
Pero, más allá de los resultados, dijo estar «orgulloso» de dejar una huella en los espectadores. «Espero haber dejado en ellos una buena herencia como ser humano, para mi cuenta más que los resultados», aseguró el tenista, que no descartó seguir en activo el año próximo pero que reconoció que hay «muchísimas posibilidades» de que este sea su último Roland Garros. «No puedes engañar a la gente que viene a verte en tantos torneos, te ven por lo que eres como ser humano. Estoy orgulloso de sentir el cariño de la gente», señaló.