Vacaciones inesperadas y anticipadas para el Avarca de Menorca. Y para su gestor claro. Bep Llorens cumple en su casa de Ciutadella con el confinamiento por la pandemia del covid-19. Y lo hace tras ver como el coronavirus les cortaba las alas tras, probablemente, el mejor curso con él en el banquillo. Resignado, vive atento a cómo se sucede todo, antes de mirar al futuro.
Hace unas semanas eran subcampeonas de Copa y entraban en semifinales de la liga y, de golpe, fin. ¿Lo ha asimilado?
—Creo que sí porque ha ido todo tan rápido que también me he tenido que centrar muy rápidamente en cosas importantes de club, vueltas de jugadoras a sus hogares y cosas que realmente me han llenado más rápido la cabeza que el propio final de liga.
¿Qué siente tras ver cortado un año en que apuntaban a todo?
—Cuando acabó todo sentí cierta tristeza; sin embargo ahora, pasados unos días, pienso que tenemos que vivir la realidad que impera y no pensar en lo que nos haya provocado deportivamente, que pasa a segundo plano. Deportivamente hemos hecho un gran curso y que todo ha salido muy bien. Menos este final pero que no tiene nada que ver con el deporte y que creo que tiene una importancia aún mayor.