Bañarse en el paraíso es posible. Si sueña con nadar en aguas cristalinas de un azul turquesa irresistible, arropado por un paisaje salvaje único, en Menorca lo hará realidad. No hay duda de que se quedará sin aliento. Disfrutar del mar en pleno contacto con la naturaleza es uno de los mayores placeres que experimenta el visitante. Y el trayecto hasta acceder a ellas es también música para los oídos. La mayoría precisa de una caminata, pero la recompensa merece la pena.
En el sur, las playas destacan por su arena blanca y fina, como por ejemplo, Cala Mitjana o las recónditas calas de Trebalúger, Cala Escorxada, Cala Fustam y Binigaus. Talis es otra joya a la que se puede acceder andando desde Son Bou o Sant Tomàs. Pero quizás le harán tilín Macarella y Macarelleta, las más mediáticas y populares.
En el norte, por su parte, las playas adquieren tonos ocre y arenas rojizas. Es el caso de las playas de La Vall o la espectacular naturaleza salvaje de Cala Pilar. Reconocerá también el nombre de Cala Pregonda, que se ha hecho famosa por la espectacularidad del entorno en el que se encuentra. Tampoco hay que perderse la visita a las playas de Favàritx, en concreto, Cala Tortuga y Cala Presili. Hay muchas más por descubrir.