Todo territorio que visitamos tiene particularidades y señas de identidad que, sin duda, le enriquecen. Y lo cierto es que conocerlas es una rica forma de entender mejor la cultura y la forma de vivir de este enclave. Y Menorca está llena de curiosidades a las que prestarles atención.
Vamos a contar mentiras... el 1 de abril
Así ocurre en Menorca, cuando se celebra el dia d’enganar, un día dedicado a las bromas y mentiras, que pervive en la Isla gracias a una costumbre iniciada durante los gobiernos británicos. Los menorquines viven su particular Día de los Inocentes en primavera, a diferencia del resto de España que se celebra el 28 de diciembre.
¿Cómo abrimos esos bonitos pestillos?
Posiblemente se haya dado cuenta de que las puertas de carácter más tradicional lucen unos pestillos un tanto particulares. Y si nadie le ha dicho cómo abrirlos, tardará un rato en descubrirlo. Estos sistemas de cerramiento que denominamos pestell se accionan pulsando con el dedo pulgar la pieza superior que, automáticamente eleva otra por la cara interior y permite abrir la puerta.
'Paret seca'
Puede que no podamos imaginar cuánto son 11.000 kilómetros de paret seca, pero si las pusiéramos todas en fila desde la Plaza des Born de Ciutadella, llegaríamos a Santiago de Chile. Este es el nombre que se le da a los muros construidos en seco. Se llaman así porque no se utiliza cemento, es piedra sobre piedra. Y el resultado es un muro perfecto y de una belleza singular.
'Seure a la fresca' (Sentarse al fresco)
Si va a dar un paseo por el centro más histórico de los pueblos de la Isla se encontrará con vecinos sentados en la calle, en frente de la puerta de su casa. Hacen lo que en la Isla llamamos seure a la fresca (sentarse al fresco). Y fíjense en la silla. Es la denominada coca rossa, unas centenarias sillas diseñadas alrededor de 1920, basándose en los antiguos catres o sillas de tijera plegables que solían llevarse para ir a misa. Sentarse en una coca rossa permite sumergirse en la calma de la Isla.
La lagartija
Se puede ver en muchas camisetas, dibujada en avarcas, en llaveros e imanes de cocina, en colgantes de bisutería y en todo tipo de objetos de artesanía. Su coloración oscura, que se convierte en azul brillante en la zona del vientre, la hacen singular y peculiar. Pero, ¿por qué? Hace seis millones de años nuestro mar se fue secando. Su nivel bajó más de 1.500 metros, hasta el punto que las islas se unieron al continente. Algunas especies aprovecharon esta situación para llegar a las islas, como la lagartija. Hace más de 5 millones de años que está aislada.
Avarcas
Para un día casual, para lucir glamour o incluso para quien se casa. Las avarcas se han convertido en otro de los símbolos de Menorca. Pero, ¿cuál es su origen? Las fabricaban los trabajadores del campo en busca de un calzado que permitiera trabajar la tierra con los pies protegidos del frío, y que expulsara las piedras y los rastrojos. Se fabricaban cortando ruedas de carreta y pieles de ganado y se cosían. En las versiones más tradicionales, la suela sigue siendo de neumático, pero muchos fabricantes cuentan ya con modelos fabricados con suelas de goma reciclada.
Salsa mahonesa
El 18 de abril del año 1756 desembarcó en Ciutadella, al frente de 12.000 hombres y casi 200 navíos, Louis François Armand de Vignerot du Plessis (1696-1788), duque de Richelieu y comandante de las tropas terrestres francesas en la batalla que enfrentó a Inglaterra y Francia por el control de Menorca. Y según parece, se enamoró de una salsa, la mahonesa. Han sido años de arduas batallas por su procedencia. Pero parece que su origen menorquín es evidente.
¿Qué es la pomada?
El verano menorquín es sinónimo de fiestas patronales. Y con ellas, los caballos y la pomada. Lejos de ser un ungüento, es una bebida que se denomina de diferentes maneras según la zona de la Isla donde de tome. En la zona de Ponent beben gin amb llimonada (ginebra con limonada) y en Llevant y centro de la Isla se denomina pomada. Si se pide una pomada en Ciutadella es probable que sea enviado a ir a la farmacia. Fue un vecino de Maó quien, para que su mujer no descubriera que bebía ginebra, decidió mezclarla con limonada. Y al crearse un aspecto espumoso por la fuerza del sifón, le llevó a bautizarla como pomada.