Llegar a Menorca por mar desde el Este quiere decir llegar al puerto de Maó, que es uno de los más increíbles del Mediterráneo. Y lo es por su geografía peculiar, singularidad y belleza. Tiene una longitud de más de seis kilómetros, lo cual ha implicado que, en el transcurso de la historia, haya sido utilizado como un puerto desde el siglo III antes de Cristo. Su configuración natural ofrecía un refugio a las naves, por lo que se convirtió en la base de sucesivas flotas de guerra. En Maó han dejado su huella los fenicios, los griegos, los rodios, los focenses y los cartagineses. Además, fue una colonia inglesa y francesa hasta 1802.
En el centro del puerto se hallan dos islas: la Illa del Rei, con construcciones del siglo XVIII que, hasta hace unas décadas se utilizaban como un hospital militar; y la Illa del Llatzaret -o de la Quarentena- con un establecimiento sanitario construido en el año 1793. Y al sur de la embocadura se encuentran los restos del Fort de Sant Felip, concebido para la defensa contra los ataques de los turcos.
Pero no todo es historia en el puerto de Maó: la actividad de este puerto es incansable, y además está rodeado de lugares como las edificaciones de s'Altra Banda, que lo colocan dentro de la curiosidad de los que llegan.
Recordemos que el de Maó es el segundo puerto natural más grande de Europa, con un total de cinco kilómetros de longitud y situado estratégicamente en el centro del Mediterráneo occidental.
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