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Entrevista

Siempre me dejo a la actriz en el camerino

María Luisa Merlo regresa a Menorca, junto a Miriam Díaz-Aroca, con la producción teatral "100m2"

| Maó |

Subraya que su interpretación de "Lola" en "100m2" es un papel completísimo. ¿Cómo es ella?
Es una mujer aparentemente solitaria, muy amargada pero que dentro lleva un alma preciosa que oculta porqué le dan vergüenza los sentimientos. Es la historia de una soledad tremenda, de una mujer rebelde que está condenada a muerte por los médicos. A pesar de que lleva tres bypass no deja de hacer lo que le da la gana. En realidad, se está matando hasta que aparece la ilusión de una amistad con otra mujer, y ahí todo empieza a cambiar...

Entonces surge el personaje de Miriam Díaz-Aroca, movida por el piso de sus sueños.
Más que el piso de sus sueños para ella, que es una mujer práctica, se trata de una buena inversión. Opta por comprar un piso y esperar a que muera la dueña.

¿Cómo es la complicidad entre ambas?
Es una maravilla. Yo tenía que haber empezado con mi ex marido, Carlos Larrañaga, otro proyecto pero debido a su enfermedad al final hemos vuelto a reemprender "100m2". Trabajar con Miriam es una gozada. Tenemos una complicidad estupenda y ambas creemos en lo que hacemos.

¿El que el suyo sea un personaje completo implica que tiene que ponerse en todas las tesituras?
Sí, es un personaje que pasa de hacer reír a hacer llorar, e incluso a emocionarme a mi misma. Es un regalo porque tiene mucho dentro.

¿Es un regalo que le ha hecho Juan Carlos Rubio?
Sí, cuando leí el guión sabía que tenía que hacerlo, además su dirección es fantástica.

El hecho de que el director de la obra sea también el autor ¿facilita más las cosas?
Sí, por supuesto porqué primero él fue actor y sabe muy bien cómo tratarte y cómo hacerte comprender las cosas; y segundo porqué conoce cómo son sus personajes y cómo los ha alimentado. Entre todos hemos colaborado a crear el alma de los mismos, que es lo que a mi me divierte. Es como sentar en la silla del psicólogo al personaje y en tu interior te queda lo que le pasa de verdad. Y eso el público lo percibe.

El reparto se completa con Miguel Vigil, que sustituye a Jorge Roelas.
Jorge se marchó hace tiempo a hacer otra obra y vino Miguel que también está fantástico. En el fondo esta es la historia de tres soledades.

Entonces "100m2" ¿habla de la vida misma?
Sí, total y absolutamente. De la vida, de las relaciones entre los seres humanos y de cómo estos se van uniendo por soledad.

¿El individuo tiende cada vez más a la soledad?
Sí, aunque hay veces que te gusta. Yo soy una persona muy solitaria. A pesar de tener una familia tan grande necesito momentos para mi, es algo que me pasa desde pequeña. Es una manera de encontrarte contigo mismo. Pero al personaje de "Lola" le pasa cuando ella ni está bien, ni está en paz. Esta muy sola y ha tenido muchos errores que reprocharse.

Trata un tema crudo, como es el de la soledad, pero desde el prisma del humor.
La gente se ríe muchísimo.

Como dama de la escena de este país le deben de quedar pocos personajes por hacer.
La verdad es que sí. Tenía la ilusión de interpretar a Leonor de Aquitania y la cumplí con el monólogo "Yo Leonor" con el que celebré los 50 años en el teatro. Y ahora me siento a verlas venir. Cuando veo que puedo convertir un personaje en un ser humano lo hago.

Con esa trayectoria ¡faltaría más que no pudiera escoger!
Sí, ahora el lujo está en eso, en poder seleccionar lo que a uno le gusta.

Usted procede de una gran familia de actores.
Soy tercera generación. Mis abuelos eran grandes actores en lengua valenciana. Todos somos de Valencia. Mi padre, Ismael Merlo, era un genio; mi madre se retiró para educarme; y después vengo yo. Y luego por si fuera poco, me junté con otro actor (Carlos Larrañaga). Mis hijos por mi parte son cuarta generación y por parte de su padre, tercera.

Usted es ahora la matriarca.
¡Ya lo creo!, pero también abuela. Uno de mis nietos, Jaime ya ha empezado con 21 años en la serie "Aída", y creo que el hijo pequeño de Amparo, Ángel, también tira por esos derroteros. Mi nieto Carlos, hijo de Pedro, es productor como su padre.

¿Hay algo de componente genético?
Debe haberlo, pero aparte de todo es que hemos jugado tanto por los camerinos desde pequeños que, puedes o no ser bueno, pero tienes un fichero de datos enorme.

¿Qué tienen las tablas que tanto enganchan?
No sabría explicarlo pero cuando salgo al escenario noto una corriente de energía a favor. Tú no sabes cómo termino las funciones, el público me manda energía positiva. Recibo cosas buenísimas, cuando terminan los saludos me voy plena.

Es una de las actrices más queridas.
Eso dicen, la verdad es que una no se da cuenta pero como soy una persona que percibe mucho las energías, cuando salgo al escenario, sí que lo noto.

¿La vida es puro teatro?
No, para nada. Como quieras hacer teatro en la vida estás jorobado. La vida es otra cosa, hay que vivirla. Yo me dejo a la actriz en el camerino, soy una persona bastante normalita, una señora como otra cualquiera que habla con todo el mundo cuando va por la calle. Me lo paso muy bien porque la gente es muy hermosa.

Ahora, por la crisis, ¿hay que ir más al teatro?
El teatro va mejor que nunca, la gente va, -y en plena crisis-, porqué protesta por la basura televisiva. El público tiene un olfato maravilloso. Es el último reducto de buen gusto que le queda al individuo.

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